Capítulo 9: De vuelta.

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Levanto mi cabeza abriendo mis ojos

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Levanto mi cabeza abriendo mis ojos. La escuché, era su voz, ella me llamó. La miré, pero sus ojos estaban cerrados, estaba en la misma posición.

Ella me llamó. Yo lo había escuchado...

Yo había escuchado su voz.

La decepción me consumió, supongo que ya había empezado a alucinar. Tanto tiempo esperando a que pasara, que ya mi cerebro me está jugando una mala pasada. Suspiró cansado de esta situación.

—Mark... —Volví a escuchar aquella voz suave, ligera y casi inaudible.

Ahí estaba otra vez.

Era ella, me levanté de la silla y me acerqué a la camilla.

Era ella. Me había llamado, la escuché claramente y no podía ser una imaginación en mi cabeza.

—Evelyn...corazón... —Acaricie el costado de su rostro.

Esperé varios segundos, esperando a que volviera a llamarme, pero nada, iba a darme por vencido cuando siento un leve temblor en su rostro. Ella estaba abriendo sus ojos, sus párpados temblaban con temor, se abrían lentamente.

Su boca se abrió y pronunció seco.

—Mark...

Dios, era ella. Ella estaba despertando, mi corazón estaba apuntó de salir de mi pecho, latía con tanta fuerza que sentía que podría morir. Mis ojos no aguantaron más y dejaron salir las lágrimas de emoción y una profunda tristeza, mis manos temblaron, sentí como todo mi cuerpo se estremeció, algo que creí perdido estaba ocurriendo.

—Corazón. —Evelyn me miró confundida, desorientada.

Ella estaba despierta. Lo estaba. La puerta se abrió dejando entrar a la enfermera de turno que quedó igual que yo, me miró y sonrió.

—Ella despertó. —Anuncié intentando secar mis lágrimas.

La enfermera rápidamente llamó al doctor. Debía revisarla después de tanto tiempo. Tomé su mano y di un suave apretón, su mirada recorría el lugar.

—¿Dónde estoy...? —su garganta estaba seca. De inmediato tomé la jarra de agua y serví un vaso de agua.

—Estamos en el hospital... —Me acerqué y con cuidado Evelyn se incorporó en la camilla, sus brazos algo flácidos tomaban fuerza. Bebió agua para luego regresar el vaso, llevó sus manos a su rostro. —¿Estás bien? —pregunte.

—Si... Eso creo...Estoy un poco...aturdida... Dios... ¿Qué sucedió? Siento todo mi cuerpo dormido, todo hormiguea.

¿Debería decirle? Acaba de despertar, aun el doctor no la revisa. No sé cómo podría reaccionar a todo. Al enterarse que durmió durante diez meses, que es la Heredera de Maximilian, que Matthew se ha ido...mierda, han pasado tantas cosas.

—El doctor ya vendrá... Espera un poco....

—Siento realmente todo el cuerpo entumecido. ¿Qué me sucedió...? —Quería respuestas a pesar de lo aturdida que se encontraba.

—Evelyn... —Intento decir, pero me detengo cuando la puerta se vuelve a abrir dejando entrar al doctor.

Se acerca y de inmediato revisa a Evelyn, manda a hacer unos análisis básicos. Quería ver cómo estaba su cuerpo después de todo, si sus reflejos andaban bien, al igual que todas sus partes del cuerpo. Parecía estar bien, confundida y aturdida, pero bien.

Su cabello había crecido un poco, a pesar de que lo cepille y le di algunos cuidados no lo corte. No quise hacer mucho, solo cuidarla. Ella cortó su cabello por primera vez y debía hacerlo nuevamente si eso deseaba.

Luego de un rato, los análisis estaban listos y todo marcaba que estaba bien, su cuerpo había despertado por completo a pesar de que tardó un poco más que su cerebro, las enfermeras ayudaron con algunos ejercicios para despertar todos sus músculos, haciendo que diera una pequeña caminata por la habitación. Debía recuperar toda la fuerza en su cuerpo lo que llevaría un poco más de tiempo, según lo que explicó el doctor. Evelyn estaba consciente de su alrededor, por lo que podría ser un buen momento para hablar con ella sobre lo que sucedió.

—Dime cuánto ha pasado. La enfermera no me quiso decir y no pude preguntarle al doctor. Ya estoy bien, dímelo. —Me miró. Y dios, esos ojos cafés, me estaban mirando, viendo cada parte de mi rostro, había extrañado tanto esa sensación.

Me tomó unos segundos responder. Sería sorpresivo para ella, debía decirlo, pero no sé cómo hacerlo, ¿debía hacerlo lento o simplemente decirle sin tanto rodeo? tomé suficiente aire de valentía y dije lo debía decir.

—Diez meses.

—Demonios. —Llevó una mano a su cabello llevándolo hacia atrás.

—Mucho tiempo, lo sé.

—Tú has estado a mi lado todo este tiempo... —Asume mirando la habitación.

—Tengo el trasero cuadrado de tanto estar en esta silla. —Solté con diversión, Evelyn rio.

—No debías hacerlo, si no me equivoco y las cuentas no me fallan, tu contrato terminó. Ya no eres mi guardaespaldas.

Lo había olvidado. Mi contrato había terminado, con tantas cosas en mi cabeza, ese detalle se había esfumado completamente, yo ya no era nada importante. No debía protegerla, no debía ayudarla, no debía cumplir con sus caprichos a pesar de que eso jamás estuvo en el contrato.

—¿Sabes por qué lo hice? — camino hacia ella.

—¿Por qué?

—Por qué debía cuidarte. Siento esa necesidad de que estés bien, de que rías y seas feliz, de que vivas todos los días de tu vida al máximo y verte hay en esa camilla me hacía pensar que no podía dejarte. Necesitaba verte despertar.

—Ya estoy despierta. Estoy aquí, hablando contigo.

—Lo haces, y no te imaginas lo feliz que está mi corazón por eso. — Sostuve su rostro en mi mano con cariño. Sus ojos me miraban como nunca lo habían hecho, con cariño, al igual que yo.

Porque ella estaba conmigo, finalmente conmigo. 

Esposo PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora