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Alec se encontraba entrenando, no podía sacar de su mente la mirada fría que Jade le dio, él sabía que la había regado, pero él quería decírselo a ella, no que ella los descubriera. Lightwood estaba golpeando el saco de box, con demasiada fuerza, la camisa se la había quitado, puesto que se le pegaba a los músculos.

-¿Qué te hizo el saco? –pregunto Jace desde una de las columnas.

-Necesitaba mantener mi mente ocupada –dijo mirando a Jade, dejando el saco en paz.

-Imagino que por todo el asunto de Lydia –dijo Jace acercándose.

-Si –dijo Alec- En menos de una semana me volvió loco y después lo que sucedió con Izzy, el regreso de Jade, el descubrimiento de que eres Herondale –miro a Jace- Tu deberías de ser el director, no yo.

-Escucha Alec –dijo Jace poniendo sus manos en los hombros del nombrado- Eres el indicado para el puesto de director, a mí  no me gusta sentarme y llenar formularios, yo soy más de la acción y la adrenalina que provoca matar demonios, ser el director es tu trabajo.

-Imogen diría todo lo contrario –dijo Alec.

-No tiene porque, recuerda que Jade dijo que borro todo registro –Jace escaneo el pecho de su parabatai y frunció el ceño.

-¿Qué tanto me miras? –pregunto Alec mirando a Jace.

-¿Dónde está tu runa matrimonial? –pregunto Jace mirando a Alec fijamente.

-En donde siempre –Alec miro su pecho, como Jace había comentado, la runa matrimonial se había esfumado.

-Alec, ¿Qué hiciste? –Pregunto Jace- Y no me mientas.

-Engañe a Jade –dijo sincero- Me he acostado con Magnus y nos vio hace rato besándonos.

-¡Como se te fue a ocurrir! –Dijo Jace alterado- Ella está enamorada de ti.

-¿Qué? –dijo Alec pálido, sintiendo como su garganta se secaba.

-Ella está enamorada de ti, desde hace años –Jace cerró los ojos- ¿Dónde está mi hermana, Alec?

-Ella e Izzy salieron, Jade dijo que le debía un vestido a Isabelle, porque había destrozado uno –dijo Alec- Perdón –dijo arrepentido.

-No Alec, a mí no me deberías pedir perdón –dijo Jace- De todas formas eres mi parabatai y entiendo cuanto te duele, pero no te dolió tanto como para dejar de hacerlo. Vamos a buscarlas –dijo y comenzó a caminar. Alec se puso la camisa y salió corriendo detrás de Jace- ¿Tienes algo de Jade?

-Si –Alec busco en su chamarra y encontró la pulsera de Jade- Tú hermana es muy olvidadiza.

-Hay que rastrearlas –dijo Jace y juntos hicieron el rastreo parabatai, cuando las tuvieron localizadas, salieron por ellas. Durante el camino, los parabatai estaban callados, solo se escuchaba su caminar en la noche.

-¿Jace? –dijo Alec mirándolo.

-Mande –dijo el rubio mirándolo de vuelta.

-Confieso que yo también estaba enamorado de Jade cuando me case con ella –dijo Alec- Pero después de ya no verla y pensar en que ella no regresaría, fui dejando mi amor hacia ella –suspiro- Entonces llego Magnus con sus ojos felinos y volteo mi mundo.

-Escucha Alec –Jace se detuvo, deteniendo al pelinegro con él- Todo esto que me están diciendo, debes decírselo a ella, porque ella es la que está casada contigo.

-Pero eres mi parabatai –dijo Alec- Y te falle, prometí que nunca lastimaría a Jade y aquí estoy, la engañe ante sus ojos y me siento como el peor ser humano en la tierra –dijo con los ojos cristalinos.

Por el ángel || Alec Lightwood Donde viven las historias. Descúbrelo ahora