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En la sala de armas se encontraban los hermanos Lightwood junto a Jace

-¿Por qué se tardaron más que nosotros? –pregunto Jace.

-Jade me conto algunas cosas –dijo Izzy- Cosas que me guardare como su parabatai, pero diré que al saber ahora que ella es tu hermana deberías ser un poco más comprensivo con Jade, ninguno de nosotros sabemos lo que ella ha pasado en Idris, no sabemos en realidad cómo es la Inquisidora, probablemente no sea como nos la han vendido –los parabatai miraron a Izzy haciéndole entender que le daban la razón a lo que estaba diciendo.

-¿Deberíamos preocuparnos más porque ella y Magnus están en la misma habitación? –dijo Alec preocupado.

-Me resulta difícil descifrar si estas preocupado por Jade o por Magnus –dijo Jace- Pero pienso que es más por Magnus.

-Créanme que no pensé que llegaría a sentir algo por él, casi siempre trate de sentirlo por Jade y si lo llegue a sentir, pero...

-No era tan fuerte como con Magnus –dijo Jace por él.

-Si –dijo Alec.

-Mira hermano mayor, si yo fuera ella, no te perdonaría por nada en el mundo –dijo Izzy con sinceridad- Jade te ama con todo el corazón y cuando la runa comience a borrarse o lo que sea, nos dolerá como no te das una idea –dio media vuelta y se fue.

Los parabatai miraban como se iba, Isabelle tenía razón, en ningún momento habían pensado sobre el dolor que tendría Jade en un tiempo y ella al saber disimular sus sentimientos, se los complicaba, pero Izzy era muy transparente respecto a ese sentido, así que lo notarían en el momento.

En la oficina, Jade y Magnus recordaban sus encuentros en Alacante cuando la inquisidora necesitaba reforzar las salvaguardas en el Gard, solo por proteger a su nieta.

-Llevar el apellido Herondale, significa muchas cosas –dijo Jade- Muchas responsabilidades desde que comienzas a entender tu vida y lo que haces –Jade se sentó frente a Magnus- Cuando me case con Gid, pensé que por primera vez podría ser yo, sin la necesidad de cargar con el apellido Herondale, pensé que sería libre. Cuando deje el apellido de Alec, todo será como lo era antes y ya no me podré salvar.

-Espera –dijo Magnus con asombro- Gid, ¿Es Alexander? –Jade asintió- Siempre mencionabas a Gid, Jade perdóname –se acercó a ella- No sabía que Alexander era Gideon.

-No te preocupes –sonrió. Magnus abrazo a Jade y segundos después la puerta fue abierta con dureza.

-¿Qué quieren? –dijo Jade mirando a Jace y Alec.

-Queríamos verlos –dijo Jace- Estar con ustedes.

Jade y Magnus se miraron y entendieron las palabras ocultas tras lo que el rubio dijo. Querían saber si ellos seguían vivos. Los parabatai los miraron, el brujo y la rubia se encontraban en perfectas condiciones.

-Gracias Magnus –dijo Jade. Posteriormente salió de la oficina.

Jade iba caminando por el pasillo cuando recordó que Izzy estaría en la cocina y era el momento perfecto para estar con su parabatai, así que cambió el rumbo de su caminar y se dirigió hacia ese lugar, donde al dar la vuelta estaba su parabatai sentada en la isla de la cocina leyendo un libro.

-¿Sabes leer? –pregunto Jade riendo.

-No, pero me defiendo –dijo Izzy mirándola- Preguntar está de más –dijo y Jade asintió- Entendido.

-Jade camino hacia el refrigerador.

-Siento que me estoy ahogando en este instituto –dijo ella, tomo un pedazo de pastel que encontró y se dispuso a buscar dos cucharas.

Por el ángel || Alec Lightwood Donde viven las historias. Descúbrelo ahora