Capítulo 7

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Parte 2

Capítulo 7

Año 2014. Zarina, edad desconocida.

Caminaba de un lado a otro en mi confinamiento, un templo antiguo con una estructura de piedra caliza y unos pilares enormes que pasaban los 10 metros, suspire cansada ya no sabía cuánto tiempo había pasado; horas, días, meses, años e incluso podrían ser siglos, ya no lo sabía exactamente lo único que realmente sabía era que estaba encerrada en el estúpido templo en el que había crecido, mi lugar de confinamiento no podría ser más irónico. Los sacerdotes venían cada cierto tiempo para ver si no había encontrado una forma de salir, seguro venían por órdenes de Elena, ella era quien me había encerrado, era más que obvio que quisiera mantenerme en el lugar.

Camine hacia el espejo de cuerpo entero que se encontraba en una esquina de la habitación, era el único que no había roto, apenas me encontré encerrada había destruido muchas cosas en el lugar, pero este espejo no, quería comprobar mi apariencia, solo para ver si había un cambio, pero todo era igual. Tenía el pelo de color negro, estaba vestida con un vestido de color azul como el cristal, lo había encontrado entre las cosas de Dianora, mi piel relucía, blanca, los ojos grises que resplandecían intensamente, nada había cambiado en mi desde ese día, y recordaba cada cosa que había hecho, rondaba en mi cabeza todo el tiempo pero no me había arrepentido de nada, puede que Darius me hubiera empujado usando sus poderes pero en el fondo había querido matar a los guardianes desde el momento en que amenazaron la vida de mis hermanas, estaba encerrada pero valió la pena completamente.

Me tense cuando escuché un ruido proveniente del gran salón, o mejor dicho el salón de las estatuas, en mi primer día de encierro me encontré con la sorpresa de que todas las sacerdotisas habían sido convertidas en estatuas y desde entonces solo iba a ese salón cuando los sacerdotes venían para comprobarme y comprobar el conjuro que me mantenía en este lugar. Me gire y salí de la habitación para ir al salón, ellos siempre venía con un escudo para protegerse y evitar que les hiciera daño, era un poco estúpido, no les haría daño, ya tenía suficiente con saber que sufrían debido a mi maldición, al llegar al lugar vi como un portal se abría al otro extremo de donde estaba, mire fijamente a ese lugar y vi como los sacerdotes salían, todos con unas túnicas largas y con la capucha puesta tapando sus caras, se colocaron en una fila y levantaron sus manos, recitando una serie de palabras que no lograba entender, cuando terminaron de recitarlas el templo empezó a brillar mostrando un montón de símbolos, los mire fijamente hasta que dejaron de brillar y desaparecieron, cuando volví a ver a los sacerdotes ya estaban entrando por el portal y este se cerraba. Siempre era lo mismo venían y reforzaban el conjuro para evitar que se debilitara, ya me había acostumbrado a verlos y me preguntaba si hacían lo mismo con mis hermanas, pensar en ellas me ponía triste, tanto tiempo separadas, no podía permitir que siguiera siendo así, un poco frustrada salí de esa habitación y camine por los amplios pasillos del templo hasta llegar a una habitación que tenía una fuente en el centro, me detuve junto a esta y luego me senté en la estructura mirando el agua, pase los dedos por está creando ondas, esta mostro una serie de imágenes del mundo exterior, mire fascinada las imágenes como siempre lo hacía, resulta que cuando le decía a Dianora que veía cosas en la fuente no había sido ninguna ilusión, era parte de los poderes que poseía, ver el mundo me tranquilizaba y ver que todo había cambiado me hacía pensar que en el momento en el que saliera de este lugar, podría vivir una vida tranquila, claro después de que matara a todos los que me habían encerrado, simplemente no podía dejarlo de esa forma, mataría a los seis sacerdotes y a Elena, todo muy simple, Darius era un caso distinto, no le haría nada ya que fue por él que mis poderes surgieron, aunque si intentaba detener la muerte de Elena, lo mataría junto con ella.

Volví a pasar mis dedos por el agua para cambiar la imagen y concentrarme en otra cosa que no fuera muerte y destrucción, la fuente esta vez me mostro a un hombre de cabellos rubios, ojos de un gris luminoso y una sonrisa resplandeciente, que se encontraba abrazado a una mujer, lo mire fijamente un poco fascinada, pero negué con la cabeza para despejar mi mente, pase los dedos bruscamente por el agua para disolver la imagen, no podía interesarme en estas cosas, me levante bruscamente y salí de la habitación, por haberme interesado en un hombre había terminado en esta prisión, el hombre del que me enamore no había dudado en traicionarme, aunque ahora ya no me afectaba ese recuerdo, pero sentía que debía protegerme de ese tipo de sentimientos, aunque era algo irónico ya que me encontraba sola y de lo único que debía protegerme era de la locura, suspire y regrese a mi habitación, quería volver a la cama y dormir para tratar de no pensar tanto.

Los Anhelos de una DiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora