Capítulo 12

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Capítulo 12

Apenas escuche el nombre del hombre que se iba a casar con Caroline me sorprendí, era mucha coincidencia que se llamara igual a uno de los sacerdotes y más al que había ido a pedirme ese pequeño favor, aunque no debía precipitarme y sacar conclusiones, saldría de dudas pronto. Solo unos cuantos días mas vería al hombre y en ese momento sabría quien era realmente.

Caroline se marchó como dos horas después y la casa quedo casi vacía, sin olvidar la presencia de Damián, obviamente era su casa, no iría a ningún lado pero sin el bullicio de Caroline era un lugar muy vacío, ella me recordaba a Zaira, tal vez por eso es que estaba a gusto con ella pero no debía encariñarme tanto, luego de esta boda me iría.

Si quería mi libertad, tenia que luchar por ella sin importar lo demás, esto solo era un pequeño descanso para aclimatarme a mi entorno, no podía encariñarme con nadie pero esa mujer lo hacia casi imposible, no tenia un corazón de piedra. Y Damián... cada vez podía evitarlo menos, siempre que estaba cerca me veía atraída a su alrededor como si fueran un imán, mi corazón palpitaba rápidamente, sentía mariposas en el estomago, y cuando hablaba me atrapaba por completo, estando cerca anhelaba cosas que tendría que haber olvidado.

Los días pasaron rápidamente, y ya era el día de la boda, me encontraba en la que se había convertido en mi habitación durante mi estancia en esta casa, viendo el vestido que estaba bien colocado sobre la cama, sin ni una solo arruga. Caroline había insistido mucho en que asistiera a su boda y me colocara ese vestido pero cada vez que lo veía me recordaba al vestido blanco que de vez en cuando usaba Dianora, claro este era mas moderno y mas ajustado, comprobé eso el día que me lo probé; recordar a la sacerdotisa que me cuido cuando niña me hizo pensar en la ultima vez que la vi, su expresión de terror esculpida en piedra, la sala de las estatuas, un lugar al que prefería no entrar. Sacudí mi cabeza dispersando cada pensamiento, finalmente decidí vestirme y peinarme, era la hora de salir.

Me asome al jardín de forma discreta viendo que todo el mundo ya se encontraba sentado, eso significaba que ya casi era la hora, retrocedí un poco y me gire sobre mis talones, ¿Qué se supone que estaba haciendo? Me estaba comportando como si este fuera el lugar en el que tendría estar, no pertenecía aquí. Empecé a caminar directo al salón principal con intenciones de salir de ahí pero me detuve bruscamente apenas entre a este, a unos metros de mi se encontraba alguien a quien conocía muy bien, Hadrenial, se encontraba junto a Damián, tan solo verlos un destello del pasado se hizo presente ante mis ojos, el momento en que me habían traicionado, la forma en que Hadrenial se había parado ante la figura inmóvil de Damián, mis manos se apretaron en puños. Hadrenial llevaba un traje muy parecido al de Damián, era de color negro, esto no era una coincidencia, y recordé el momento en el que Hadrenial fue a verme, el reflejo en la fuente de la mujer rubia de la que estaba enamorado, hasta ese momento había olvidado ese hecho tan importante.

-Ya casi es la hora ¡Estoy nervioso! –dijo Hadrenial, ninguno había notado mi presencia.

-No te preocupes, todo ira bien. Venga, ya es hora de ir –le respondió Damián con una sonrisa, los dos se giraron hacia donde estaba y me vieron, el rostro de Hadrenial fue de sorpresa con un vestigio de miedo en sus ojos y Damián mantuvo la sonrisa- Zarina ¿Qué haces aquí? Pensé que estabas con mi hermana –ignore por completo sus palabras y avance hacia Hadrenial.

-Me sorprende, realmente estoy sorprendida –dije con voz neutral, manteniendo a raya el enojo que sentía en ese momento- No me imaginaba que esta fuera tu boda –me detuve frente a él y me cruce de brazos.

-¿Se conocen? –la voz desconcertada de Damián casi me hizo reír pero me contuve.

-Le conozco desde hace muchos años –respondí sin darle mucha importancia.

Los Anhelos de una DiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora