11. El dolor

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Allí se estaba asfixiando. Le faltaba el aire. Le costaba respirar. Tenía mucho frío. El olor a moho se internaba por sus fosas nasales.

Le dolía absolutamente todo y le faltaban fuerzas para seguir viviendo. Estaba tumbada boca abajo en un suelo frío. Había perdido la noción del tiempo. La comida iba y venía, igual que las voces. Había muchas voces en ese sitio. Algunas ruidosas, otras silenciosas. Y la música. Esa horrible música la acompañaba en sus desvelos.

El hedor de su falta de limpieza inundaba esa habitación. Aquella puerta sólo se abría para darle comida. Nada de caridad. Nada de piedad. La habían abandonado en ese sitio para que muriera y se pudriera. Las voces no paraban de decir que había fracasado, que todo era su culpa, que aceptara su destino y su soledad. Estaba sola. Bueno, lo estaba mientras no venía él.

El lobo...

Hubo un tiempo en que había temido al lobo. Lloraba y gritaba cuando venía. Sentía dolor, angustia, pena, terror y pánico. Miles de sentimientos negativos se apoderaban de ella en cuanto ese monstruo la tocaba. La hacía sentir como una muñeca de trapo desgastada, inútil, que estaba a su merced y a la que esa bestia podía usar y malgastar como quisiera. Huir era imposible. Enfrentarle aún más. No podía hacer nada. Sólo aceptar que había perdido.

Volvió a escuchar la música. Aquella música de sus pesadillas que acompañaba aquella horrible canción. Aquella música casi siempre significaba que las voces le cantarían aquel horrible cuento. Aunque también, algunas veces, significaba algo mucho peor.

Y, al no oír ninguna voz, supo que había llegado el lobo.

En cuanto la tortura de éste terminó, la televisión se encendió de nuevo, alumbrando la habitación, y las voces del coro inundaron la estancia, recordándole que debía seguir practicando su canto al son del profesor que, con una candorosa sonrisa, gesticulaba al otro lado de la pantalla.

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Astrid dejó a sus amigas en la recepción para que se encargaran de anunciar que Jayson iba a quedarse una semana en la habitación de la cantante, añadiendo así una cantidad extra en el presupuesto para acabar de convencer al recepcionista. Mientras, los dos jóvenes iban cogidos de la mano, camino a la habitación de Astrid.

Cuando abrió la puerta, la expresión del rostro de Jayson fue mucho mayor que la que mostró Astrid cuando llegó allí. Notó que él jamás había visto una suite con sus propios ojos, y se rio de su gesto de asombro.

—¿Tú vives aquí? —preguntó entrando y dando una vuelta sobre sí mismo para admirar el salón.

—Por un mes —admitió sin más, encogiéndose de hombros.

Dejó que Jayson inspeccionara todas las áreas de la suite. Mientras, ella corrió hacia su habitación.

Encima de la mesita de noche seguía teniendo el sobre de Sarah Whiver, con la carta y la fotografía dentro. Sacó la segunda y la inspeccionó de nuevo. Aunque no se viera del todo bien, se podía observar la figura de la persona que estaba detrás de la cantante desaparecida. Era una forma esbelta, de largos cabellos negros y cara alargada.

Luego extrajo la carta.

Tan sólo pudo leer las dos primeras frases, ya que Jayson irrumpió en la habitación. Astrid dejó el sobre con su contenido en el cajón de su mesita de noche, determinada a leerlo en cuanto pudiera. Esa noche quería centrarse en él. Ambos quedaron a dos metros de distancia, observándose.

—¿Estás bien?

Astrid asintió.

—¿Y tú?

—También.

La joven se acercó a él y lo tiró del brazo hasta sentarse en el extremo de la cama. Cogió su mano con fuerza.

—He... estado investigando un poco mientras tú estabas aquí. He encontrado algunos datos curiosos que tal vez te interesen —empezó Jayson.

—¿En serio? No puedo creer que hayas hecho eso por mí a pesar de tener trabajo.

Jayson movió la mano señalando que le restara importancia.

—No ha costado nada, el trabajo ya estaba hecho de todos modos.

Astrid sonrió. Jayson la besó. Y el resto surgió solo.

Alfinal, los leves gritos de placer apaciguaron los aullidos de los lobos, queestaban decididos a atacar de nuevo.

Sombra de Sangre #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora