Finalmente había terminado. Al fin. El público le aplaudió con fuerza, silbando y vitoreando su nombre. Ella se sintió orgullosa. Admiraban su trabajo. Y ella también se alegraba de haber triunfado de nuevo. Giró levemente la cabeza hacia la persona que había escondida junto al escenario, vigilando que no ocurriera ningún error imprevisto. Su madre. Ésta movió la cabeza de arriba abajo, contenta.
Y finalmente, ella saludó a modo de despedida y dijo unas palabras acerca de sus canciones. Y cuando la gente volvió a aplaudirle, ella se fue. Cuando salió del escenario y fue directa a su camerino, una oleada de personas la rodearon, agitando papeles en las manos, preguntándole si cantaría más o, simplemente, pidiendo que su estrella favorita les dejara un recuerdo manuscrito en sus folletos. Su madre la cogió de la mano, sacándola de ese enjambre humano para dirigirla a su camerino. Y cuando llegaron, Astrid se sentó tranquila y contenta en su sillón, observándose en el espejo de su tocador.
—Lo has hecho muy bien. La gente te adora — Astrid esperó indecisa a que continuara —. He quedado con tu agente en que vamos a hacer otro concierto.
Astrid se quitó el maquillaje de los ojos, sin observarla. Hacía tiempo se habría quedado encantada ante aquella noticia, puesto que habría muchos fans, fotógrafos y tal vez algún dueño de una discográfica que le prometiera un futuro brillante. Pero ahora, tras recorrer casi todos los Estados Unidos dando conciertos y sin parar un segundo, se sentía como si ya no tuviera nada más que ofrecer al mundo, porque ya la habían exprimido suficiente. Lo único que quería era disfrutar de unas merecidas vacaciones.
—¿Y qué tal si volvemos a Wyoming y nos damos un descanso? Yo estoy algo cansada y me encantaría volver a casa para tomarme un buen chocolate caliente mientras toco el piano.
La mujer sacudió la mano a modo de indiferencia y sonrió.
—¿Quieres un chocolate caliente? No te preocupes; ahora te encargo uno de ésos con nubecitas por encima —puntualizó saliendo del camerino.
Astrid aprovechó para mirarse. Estaba preciosa, eso sí, pero esa belleza le estaba costando muy cara. Se fijó en algo en lo que los demás no se habían fijado: sus ojeras. Había tenido que maquillarse muy a fondo para tapárselas parcialmente. Y lo consiguió, pero, aun así, ella seguía notándolas. Y le dolían.
Y, automáticamente, se inclinó sobre la mesita del tocador y posó la cabeza sobre sus brazos cruzados, cerrando los ojos. Estuvo así unos pocos segundos, pero finalmente la puerta se abrió.
—¡Cielo, aquí tienes tu chocolate caliente!
Astrid volvió a abrir los ojos y la miró suplicante. Y su madre la comprendió.
—Ya veo que estás muerta de sueño, cielo. No te preocupes, que esta noche volveremos a Wyoming.
Astrid se levantó llena de alegría y la estrechó con fuerza.
—¿En serio?
—¡Sí! De hecho, lo he pensado mejor y creo que podemos hacer otro concierto allí como diciendo que la superestrella vuelve a su ciudad natal para dedicarles una canción.
Astrid se dejó acariciar el pelo tranquilamente. Ése era el precio de la fama: trabajo, trabajo y más trabajo sin importar nada más. Si ya había fans que querían algo pequeño de ti, tú debías compensarles con algo grande.
—Está bien. Pero prométeme que cuando lleguemos y hagamos el concierto me concederás dos días de vacaciones.
La mujer la besó en la frente y le sonrió.
—Sí, te los doy. E incluso, si quieres, puedes descansar una semana entera. Tenemos que ir de compras algún día. Tal vez algún periodista nos haga una foto y salga otro reportaje tuyo en otra revista de éxito. Por cierto, no te olvides de que en cuanto termines estas vacaciones tienes pendiente una gira en Nueva York.
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Sombra de Sangre #PGP2023
Mystère / Thriller*OBEDECE Y SERÁS DURADERA* -------------------- Jayson es un joven periodista a quien se le ha encomendado la tarea de entrevistar al mayor icono de la música actual. Astrid es una estrella de la música con un pasado borroso y muchas dudas en su pre...