19. Renacer

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Unos días después, Helena despertó en el hospital. Lo supo porque estaba rodeada de paredes blancas y muebles que olían agradablemente a limpio. Giró un poco el cuello y vio unos ropajes color crema que rodeaban su hombro maltrecho. Eran vendas. Sacó un brazo de la cama y la rozó con los dedos. Sintió un dolor agudo, pero no le importó. Siguió tocando hasta que sintió que se estaba mareando.

<<Mis dos madres han muerto>>, se dijo a sí misma. <<Despierta, despierta, despierta ya>>.

Cerró los ojos e inspiró profundamente. Quería volver a la realidad, pero no era capaz de asimilar que fuera ésa.

De pronto, escuchó cómo una puerta se abría, y dos figuras conocidas entraron en la habitación. Tuvo que entrecerrar los ojos para distinguirlas a las dos. Vio a su hermana gemela,... ¡Anna!, quien sujetaba un enorme ramo de flores, y a su lado se erguía la figura de un hombre rubio y alto, con cara de preocupación. ¡Jayson! Sintió unas ganas terribles de gritarle que debía ponerse a salvo de todo aquello y de ella, sintió unas ganas irrefrenables de llorar y abrazarse a él, pero dejó que él se acercara a su cama y le acariciara la mejilla. La caricia la estremeció de placer. ¡Cuánto le había echado de menos!

—Por fin te has despertado, As... Helena.

La aludida sonrió. Y lloró, sentía que iba a explotar de emoción. Permitió que el joven se sentara a su lado, le besara la frente y los labios. <<¿Realidad o imaginación?>>, se preguntó a sí misma. Realmente no sabía si estaba dentro de un sueño, pero prefería pasar mil veces lo que creía que había pasado con sus padres en Montana con tal de sentir las caricias de Jayson una vez más.

—Veo... —trató de hablar Helena. Tras mucho tiempo en la cama y la administración de muchos calmantes le costaba vocalizar—, veo que... ya conoces... a mi hermana.

Anna, algo apartada de ellos dos, asintió con la cabeza, sonriente. Ya no llevaba el pelo tan alborotado como la había conocido ni tenía la piel tan pálida. Al parecer había tenido tiempo que arreglarse y restablecer su salud mientras ella estaba en cama.

—Sí, ha sido una historia terrible la que habéis pasado las dos. Pero tengo algo que enseñarte —bajó la mano y escuchó un ruido sordo de papel, una bolsa de papel, y vio que la volvía a subir con un libro en la mano, no, una revista. Tras leer el título, supo a qué revista se refería. Leyó el titular de la portada: "La verdadera historia de Astrid de principio a fin y sus predecesoras"—. A Jonathan le ha encantado. Las ventas se han disparado por completo. El presupuesto de la revista se ha estabilizado en beneficio nuestro.

Helena sonrió.

—Entonces ya ha terminado todo.

Anna y Jayson cruzaron una mirada de alivio.

Se oyeron unos golpes en la puerta. Jayson miró a Helena como preguntándole si esperaba a alguien, pero la aludida parecía tan confusa como él. La puerta se abrió y apareció la figura despreocupada de Adam. Pero en ese momento parecía encogido por la sorpresa..., al ver a dos Astrid iguales.

Observó a Helena, abrazada a Jayson y volvió su mirada hacia Anna. Se mantuvo unos segundos inmóvil. La joven lo reconoció, lo supieron por la mueca de sorpresa y nostalgia que mostró de pronto. Adam dio el primer paso.

—Astrid —dijo, acariciándole la mejilla.

—Adam —respondió emocionada la joven.

Acto seguido, el joven la besó. Fue el acto más sincero, delicado y tierno que Jayson le había visto realizar a su amigo el desordenado y desarreglado. La abrazó y escuchó cómo lloraba en su hombro. De emoción por haber encontrado por fin a su amante, a la que conoció cuando quiso hacerle una entrevista para presentar un trabajo de la universidad. Desde hacía cinco años sorprendentemente había dejado de reconocerle y llamarle y buscarle... y encima se había enamorado de otro, ¡de su mejor amigo! Pero ahora veía la explicación a todo aquello. ¡Eran dos!

Mientras, Jayson cruzó una mirada cómplice con Helena que la hizo reír.

Si alguien preguntaba, su vida no había sido normal, de hecho, había sido opaca hasta hacía poco. Había vivido poco, realmente, pero había sufrido mucho. Hasta hacía unos días, estaba completamente segura de que empezó a vivir plenamente, a tener consciencia de una vida exterior hacía cinco años. Pero ahora se daba cuenta de la vida de verdad empezaba ahora, en este momento. Miró a Adam, a su hermana gemela Anna, con la que seguramente tendría mucho que hablar, y finalmente volvió a perderse en los ojos azules de Jayson, que le sonreía. Había llegado como un salvavidas a su vida y había sido su máximo apoyo en ese periodo de oscuridad. No lo conocía a fondo, pero sabía que... tenía toda la vida por delante para hacerlo.

Porquesin duda, ésa era la realidad en la que quería vivir por el resto de su vida.

Sombra de Sangre #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora