Amore Perduto (Libro 4)

Capítulo 21

Beacon Hills.

Scott daba cada paso con cautela por las alcantarillas, mirando las orillas del piso con ojos llenos de pánico en busca de cualquier arma de los Argent, hace tan solo unas horas atrás corría por el mismo camino en busca de Brett estando a punto de morir por una flecha, ahora hacia un encuentro con Monroe. Mentiría si no digiera que está sumamente nervioso, era optimista, pero si tuviera que ser sincero consigo mismo, Scott no deseaba asistir a la solicitada reunión y tenía el presentimiento de que algo no estaba bien. 

Antes de dar la vuelta a la alcantarilla que lo llevaba a su encuentro, su cuerpo se paralizo al sentir la presencia de muchas más personas de las que le habían comentado. Scott medito un poco tratando de hallar su valor y así evitar que los cazadores pudieran percibir su temor.

Dando un suspiro final Scott camino con tranquilidad hacia Monroe, detrás de ella se encontraban siete hombres totalmente armados y que desprendían hostilidad e ira. La mirada de Monroe se endurecía con forme él se acercaba, apretando sus manos cada cierto tiempo en son de nerviosismo.

—Si los trajiste a ellos supongo que Gerard también está aquí.

—Aquí mismo Scott —contesto la voz cansada y ronca de Gerald, se veía más demacrado, Scott percibió un pequeño temblor en la pierna izquierda del viejo cazador, era la misma pierna en donde Isaac lo había herido en su último enfrentamiento, era claro que no había sanado bien en todo este tiempo. Ese descubrimiento le daba una ventaja.

—No sé qué les dijo, pero esta historia tiene dos lados —hablo mirando a Monroe directamente a los ojos, queriendo a su vez decirle que no confiara en Gerald a través del lenguaje corporal.

—¿No es así siempre? —pregunto Monroe, sin notar la sutil advertencia.

—¿Qué esperabas lograr Scott? —pregunto Gerald con un tinte de diversión, había notado el pobre intento del adolescente, se reía mentalmente al ver la decepción en el rostro de Scott y de la ignorancia de Tamora, al fin de cuentas, ella solo era una principiante.

—Esperaba hablar con alguien razonable —siseo Scott en dirección a Gerald consiguiendo solo una sonrisa desagradable del viejo cazador. Scott miro a Monroe con desesperación—. Créeme, no es la clase de persona que quieres seguir, los hará saltar de un precipicio.

—¿Seguirme? Nadie aquí me sigue, Scott. — se burló Gerald con tranquilidad recargándose en la fría y sucia pared de la alcantarilla—. No, solo soy un simple consejero.

Gerald respiro con tranquilidad con una sutil sonrisa en los labios mirando con diversión a Scott, a sus ojos el pobre adolescente ya había perdido en el momento en el que decidió entrar a las alcantarillas. Scott frunció su frente, mirando esta vez con más cautela y asombro a Monroe, había creído verdaderamente que solo era una aprendice. Jamás paso por su mente que todo esto lo haya formado ella misma.

—¿Esto es por ti?

—Asi es. —respondió Monroe, casi con dureza—, estas negociando conmigo.

—Bien, dime como solucionar esto ¿Qué quieres?

—Un hombre lobo rogando por la paz.

El rostro de Scott se relajó. 

—Bien, sí. Rogare, hare lo que quieras, solo dime que no tenemos que matarnos, busquemos juntos la paz.

Monroe se sintió un poco perdida por las palabras de Scott.

—Eso no era justo lo que esperaba.

—Hay personas muriendo.

—Siempre ha pasado. Solo te importa ahora porque son de los tuyos. —dijo con desdén Monroe.

—Tiene que querer algo más además de vernos muertos a todos. ¿Y si nos vamos de Beacon Hills todos nosotros?