06 || Disculpas ✔

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Creo que debería disculparme

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Creo que debería disculparme. Claro que debería de hacerlo, por dos simples puntos.

El primero, dije cosas sin pensar, no quiero que malinterprete las cosas y que se sienta incómoda, en verdad me interesa. No quería darle una mala impresión de mi y que me esquivara. Había algo en ella de lo cual me sentía atraída, no sé el qué, pero espero averiguarlo.

Y segundo, salí huyendo cuan gallina, no suelo ser así, soy de enfrentar mis propios problemas, pero estar cerca de Larissa me pone los pelos de punta. Siento la falta de oxígeno y una corriente electrizante que va por todas mis venas hasta dar a mi exaltado corazón.

No paro de pensar en ésa bella joven. Es la dueña de mis desvelos y sueños húmedos. Sí, me siento culpable al pensar en ella en diferentes maneras, pero de solo imaginarnos a las dos, en una misma habitación, desnudas, me hace estremecer.

Recorrer su cálida y tibia piel, sentirla estremecer bajo mi tacto, mis besos, no dejar un solo rincón de su cuerpo sin admirar, adorar, besar.

Sus labios, sus bellos y gruesos labios rosados. Sentir su dulce y embriagador sabor mientras nos fundimos en un beso lleno de sentimientos reprimidos, anhelo, mientras nuestras lenguas se dan la bienvenida, conociéndose la una con la otra, aceptándose.

Hacer el amor, sentirnos unidas, conocernos en lo íntimo, acariciarnos, mirarnos, poder abrazarnos luego de unir nuestros cuerpos sudados y extasiados.

Pero también salir con ella tomadas de la mano, tener nuestra primer cita, hacer recuerdos únicos e inolvidables.

¿Qué me estás haciendo, Larissa?

♣ ♣ ♣

— ¿Estás bien, linda?

— No lo sé, Lulú. Lo siento, he estado un poco absorta, solo estoy cansada, es todo.

— No sé si el cansancio te hace suspirar como tú lo has estado haciendo. —me miró—. Suenas... enamorada.

Abrí los ojos como platos.

— ¿Qué? No. ¿De quién podría estar enamorada? —fingí demencia.

— Tengo mis teorías. —murmuró un nombre que escuché perfectamente.

— ¡No! Yo no... no. —me sonroje.

Lulú solo hizo un mohín sin creerme y seguíamos con lo nuestro. Dos horas después, era hora de nuestro almuerzo. La ventaja de trabajar aquí, es que nos brindan la hora del mediodía para almorzar la comida que otro personal del castillo prepara. Una muy deliciosa.

Con Lulú bajamos al comedor como todos los días. Ya se encontraban otras muchachas de servicio acomodándose para degustar un exquisito almuerzo.

Lulú se sentaba como siempre lo hacía a mi lado, me gustaba sentir su presencia junto a mi. Al otro lado de mi, se sentó un chica un poco mayor que yo, no la había visto antes.

His Queen ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora