recuerdos agridulces

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Algunas veces  la llama del corazón que en mí brilla,
Parpadea moribunda.

Es cómo cuando tú vista se pierde en la nada,
y tu mismo  desapareces con ella mientras sientes que te hundes en tu propio mar del olvido.

Como cuando de repente tu mente se detiene,
justo después de que llueve torrencialmente en ella y destruye todo la vida que ahí habitaba.

Gotas que germinan semillas de tristeza,
y cereales de pensamientos vacios emergen.

Quisiera explicarte cómo mi alma se detiene de vez en cuando,
agotada de la nada y de todo a la vez.

Quisiera explicarte como mi ser natural es melancolía de días mejores;
Cuando aún no descubría que era un jarro de felicidad con hoyos.

Hoyos que ahora son parte de mí.

Como te explico lo vacío que me deja el hecho de sentir que no pertenezco a ni un lado,
que de vez en cuando la vida me carece de sentido y el sentido me carece de vida;
quieto y solo como una roca olvidada en el fondo del océano.

Como te hago sentir que todo el mundo me parece una rueda eterna que gira sobre sí como un carrusel; sin llegar a ningún lado,
pero muy entretenida
hasta que ya todo lo viste y nada te hace sonreír.

Giramos y giramos tocando corazones haciendo amigos,
algo que mis mismos hoyos no me permiten conservar, 
dejandome sediento de cariño y su efecto.

Corazón impermeable que engendre por ti
Y ahora ya no sé cómo revertir,
Revertir ese efecto defectuoso que inicio tu partida.

Tú,
punto central de todos mis males,
Nido de todos mis hermosos demonios.

Como te explico que aveces quiero gritar mientras lloro para dejarte libre en el flujo de mi río,
para soltarte en el preciso momento en el que una ráfaga de olvido pase sobre mí,
te eleve y te aleje de mí pecho.

Pero ¿quién soy sin tu herida?,
la cual en repisa la tengo,
para recordar la luz que solías darme,
la sonrisa que en mi rostro ponías,
tu cariño que tantas veces me sano rodillas raspadas de desilusiónes,
tu hombro que tantas veces me ayudó a levantarme del barro del conformismo,
y que ahora ya no podré tomar jamás, isla hundida como la Atlántida fuiste, y ahora solo me quedan tus leyendas.

Y sobre todo recordare como era antes de los hoyos;
te guardare
para que la esencia que dejaste en mí
perdure hasta el último de mis días,
Para que tus típicos hoyuelos se graben en mis huesos,
Para que los recuerdos de tus abrazos calienten todavía a mi corazón
en las noches frías,
y en los días tristes que tú misma me creaste.

Recuerdos agridulces que me dejaste
Recuerdos agridulces
que me confunden y me duelen de vez en cuando,
pero que me recuerdan a tí,
mi hermosa rosa con espinas.

A tí,
mí querida amiga agridulce.

voces de un alma perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora