Veinteavo capítulo. Nunca me sentí tan sola.

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A la mañana siguiente no hizo falta que nadie me levantara, yo desperté lo suficiente energética como para despertarlos a todos. Cogimos el bus pero antes llamamos a mi abuela que se encontraba algo preocupada ya que no me había visto el día anterior. Yo no quise decirle nada de lo que había ocurrido, se preocuparía más aún.

Llegamos al pueblo, Nico y Ana se encargaron de llevarnos a la casa, pero allí encontramos una sorpresa... bueno, dos.

Cristian tiene dos sobrinas gemelas, Claudia y Verónica, digamos que a ellas les agradó mucho Rafa. No se despegaban de él... La verdad, no me importó mucho, más me importaban las tardes enteras que pasaban a solas Ana y Nico. No podía creer que un día me diga que me quiere, y al otro se marche con quien creía mi mejor amiga, además de ser mi prima.

Uno de los últimos días antes de volver fuimos a la playa todos menos mi abuela que se quedó en casa con la excusa de que "nosotros tenemos que disfrutar, que somos jóvenes." Personalmente eso no lo veo como un impedimento para que ella viniera a la playa con nosotros, sobre todo ese día que tanto la necesitaba... Cristian estaba con Mimi, Rafa con las gemelas y Nico... Nico con "su" Ana.

Estaba sentada en la arena, viendo como los niños del lugar disfrutaban del agua, notando la fina y caliente arena de la playa, y la fría agua rozando los dedos de mis pies. Alguien me soltó una gorra sobre la cabeza y con la esperanza de que fuera Nico me giré sonriente aunque me llevé la desilusión de que era Vero. Ella se sentó al lado mía y comenzó a hablar conmigo.

-Tienes que protegerte del sol o te quemarás.

-Tampoco importa.- Dije con una apagada voz.

-¡Claro que importa! ¿Crees que a Nico le gustan las chicas color gamba?.

¿Cómo podía saber ella que pensaba en Nico?. Cuando dijo aquello me miró sonriente, con una sonrisa sincera aunque a la vez algo traviesa, yo en cambio notaba como mis mejillas se enrojecían.

-Clara, tienes que disimular mejor que te gusta un chico. Y no te preocupes, a él no le gusta ella.

-¡¿Cómo lo sabes?!.- Dije animada y algo avergonzada por que ella supiera tal cosa.

-Él no le presta mucha atención a ella y sólo se fija en ti con cara de preocupación, además él me mandó hasta aquí con esa gorra para ti.- Dijo con total tranquilidad.

-Y a ti... ¿Te gusta Rafa?.

Ella me miró con cara sorprendida y posteriormente comenzó a reír.

-¿Rafa? Pero si tengo novio.-Dijo con una leve sonrisa.

-Y ¿dónde está?.

-Es músico, está de gira, volverá a finales de Agosto.

-Lo quieres mucho, se te nota en la cara.-Me sentía orgullosa de mí misma por poder mantener una conversación con una desconocida y no morir en el intento.

-¿Ves? el amor no se puede esconder.

Me guiñó un ojo y se levantó.

Es una chica extraña, me ha encantado hablar con ella.

Vimos el atardecer en la playa, todos con sus respectivas parejas, bueno, yo con mis quemaduras en los hombros por no echarme crema. Al intentar levantarme no podía estaba completamente quemada, Nico, entre risas me cogió en brazos hasta la casa. Yo ni lo miré estaba algo enfadada, celosa más bien, aunque nunca lo reconoceré si no es ante mi abogado.

Cuando llegamos mi abuela comenzó a reír por mi gran parecido a una langosta y me mandó a ducharme con agua muy fría. Cuando salí de la ducha notaba que sobre mí podría freír perfectamente toda la cena. Al salir al pasillo camino a mi habitación noté en mi espalda que Vero posó un dedo diciendo un "te lo dije" ese dedo lo noté como si apagara un cigarrillo en dicho lugar. Ella sólo se fue riendo.

Al llegar a mi cuarto me puse el pijama como pude, tenía toda la piel destrozada, y cualquier roce hacía que viera las estrellas y el firmamento entero.

Me tiré sobre la cama al principio fue como un latigazo que recorría mi cuerpo pero después noté las frescas y suaves sábanas rodeando mi piel con un olor a flores, a jazmines...

Un frescor recorría mi ardiente frente, alguien me acariciaba la cara con crema hidratante bien recibida por mi parte.

-Perdón por no haber hablado contigo a lo largo del día, no sabía de qué hablar...

Abrí los ojos, era Nico, tan atento, como siempre.

-Sigues con la manía de entrar a mi cuarto sin avisar.

-Nunca cambiaré, ni cuando sea el nuestro.

Si me olvidáis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora