Saving You. •A.U. medieval•

II

Shōto se durmió, babeando la almohada. Despertó porque escuchó insultos cerca. Resopló cansado y se levantó con las pocas fuerzas que tenía, abrió la puerta y justo afuera se encontró a un cenizo y el peliverde.

Sus cabellos estaban desordenados, sus feromonas estaban por todo el cuarto y la cama desordenada, tenía ojeras y sus ojos se notaban cansados.

-¡Ahh! -Midoriya cerró la puerta rápidamente y la tapó.- e-ehm.. sigamos, Katsu-chan.

-¿Quién era ese? -frunció el ceño y quitó al peliverde, abrió la puerta y miró a un bicolor sentado en la cama tallandose los ojos. Cuando éste lo vió no sabía que hacer.

-¡Katsu-chan!

-¿Ese es el tipo que están buscando?

-¿Ah? -dijo el bicolor, extrañado.

-Voy a ganar millones si lo entrego, vámonos. -sonrió victorioso y lo agarró del brazo, pero éste no dejo que ni lo tocase.
El cenizo luego se dió cuenta que era un omega, sabe que los omegas son muy cuidadosos con sus espacios personales.

-¡KATSU-CHAN! El se quedará aquí, déjalo y vámonos. No lo intimides. -hizo un puchero.

-¿No sabes cuánto están pagando por entregarlo? -lo volvió a intentar agarrar pero éste lo evito y se levantó alejándose con sus manos en su espada, preparado para sacarla.

-Maldición. -se acercó a él pero ahora tenía una espada en su cuello. No sabe cómo. Ni siquiera se dió cuenta.

-¡Todoroki-san! ¡No te hará daño lo prometo! Puedes.. quitar la espada.. -el bicolor frunció el ceño y la quitó para luego guardarla.

-Será mejor que me vaya.

-¡¿Ah?! ¡¿Vas a pasar la noche en las montañas?! ¡No! ¡Es peligroso! Pasa la noche aquí y a primera hora te vas si deseas.

-Lo siento mucho, tengo que irme denuevo, gracias por todo. -lo abrazó y salió corriendo.

-¡Todoroki-san! -él peliverde lo siguió, al igual el cenizo. ¿Qué se creía ése tipo con amenazarlo?

Todoroki se montó en su caballo de nuevo, se despidió de Iida y agradeció, justo estaba anocheciendo. Se despidió de la reina a distancia para que nadie más lo viera y se fue. Agradeciendo por todo de nuevo. El peliverde intentó seguirlo pero era demasiado tarde.

-¡No! Mierda. -murmuró y se cruzó de brazos.

-A ese bastardo lo voy a matar.

-Todo fue tu culpa.

-Tsk.

Llegó la noche, de nuevo solo. Su única compañía era su yegua.
Fue a refugiarse a un bosque pero empezó a llover.

-Maldición, Sirius, busquemos un lugar tranquilo. -sonrió, estuvieron caminando por 10 minutos durante una gran tormenta hasta que encontraron una cueva. Extrañamente había un huevo, un poco quebrado. Se refugiaron y Shōto se acercó a tal huevo, era 10 veces más grande que un huevo normal. Sacó la cobija que llevaba desde que salió y lo arropó, pensó; tal vez necesita calor para nacer.

Aunque realmente le daba miedo lo que salga de ese huevo.

Agarró unas cuantas hojas y las puso como cama para su caballo. El iba a dormir con el huevo para poder saber si está bien.

De todas formas era un animal cachorro, y él amaba a los animales.

Terminó durmiendose y cuando se despertó, un pequeño dragón blanco estaba sollozando.
Se levantó rápidamente, no sabía si era real, ¿un dragón? ¿Es posible? Bueno, tal vez siempre hubo pero el conserje no le dejaba leer libros del mundo.
No sabía nada acerca de tal criatura, pero no le gustaban sus sollozos así que lo sacó de la cáscara y lo arropó, ¡era como el tamaño de una gallina! Lo puso entre sus brazos y le dió calor. Le dió unas cuantas caricias. El dragoncito empezó a calmarse y a dormirse. Le parecía raro, ¿qué hacía un huevo ahí? No sabe de esas criaturas, pero se supone que una madre no abandonaría a sus hijos, y aunque no sepa muchas de esas criaturas solo sabía que había que darle cariño. Caminó lentamente.