El trato

51 6 1
                                    

*Narra el susto*

Verás, yo soy el acompañante del príncipe y también su amigo. Cuando está muy ocupado le ayudo un poco en la limpieza de su habitación, la cual casi siempre está desordenada y llena de pintura; algo a lo que Herneval llama "arte". Él siempre me dice que no debo hacerlo, pero yo insisto, es lo mínimo que puedo hacer en agradecimiento por ayudarme siempre.

En la noche, me dirigía a cumplir mi trabajo, pero un guardia me dio la orden de avisar al príncipe que sus padres lo necesitaban. No supe por qué pero solo cumplí lo que me dijeron, esperaba que fuera por algo bueno. Lo llamé y me invitó a acompañarlo de camino a la sala del trono. En ese tiempo me habló sobre ti, me contó cómo te veías, cómo eras y cómo te apasionaba escribir; en ese momento parecía un niño fascinado y feliz, tenía miedo de que esa sonrisa cambiara después de esa reunión.

Al llegar no me dejaron entrar, así que me quedé solo en la puerta. Tenía curiosidad de escuchar qué estaba pasando, pero sabía que no era adecuado espiar; así que me alejé, queriendo evitar cualquier problema. Por desgracia, mi poder se activó y justamente en donde se encontraba el príncipe. No quería meterme en conversaciones ajenas por lo que traté de controlarme, pero no lo logré, así que no tuve más remedio que escuchar.

-Padre, madre...- saludó Herneval. -Les tengo una buena noticia sobre las pesadillas, yo...-.

-Ya lo sabemos- interrumpió el rey.

-¿Qué? ¿Quién les dijo?- preguntó asustado. -Nadie debía saberlo aún-.

-No importa quien nos lo haya dicho, solo me parece de muy mal gusto que nos hayas desobedecido y además trajeras a una humana. Eso es contra las reglas- dijo con voz fría la reina-.

-Si, pero Procustes la aceptó y no es como los demás, ella...-.

-¡Eso no me interesa!- interrumpió el rey. -Los humanos son viles alimañas que disfrutan el sufrimiento de los demás y solo piensan en su beneficio personal-.

-¡Eso no es así!- exclamó el príncipe. -¡No todos los humanos son así, vi a Frankelda desde que yo era pequeño y sé el tipo de persona que es!-.

-¿¡Cómo que desde pequeño!? ¿Estuviste yendo al mundo de los humanos sin nuestro permiso?- preguntó la reina.

-Si, cuando me dieron el permiso, ya siendo un poco mayor, no fue la primera vez que visité el mundo humano, ya había ido antes cuando era más pequeño, pero no entiendo por qué tanto alboroto por una humana, hay sustos que también son malos. Además pronto seré el rey y estoy cansado de que siempre menosprecien mis sugerencias. Pueden ser mis padres y los reyes, pero eso no quiere decir que lo sepan todo, sé que el pasado los marcó pero es hora de cambiarlo, dejar los resentimientos, hacer algo nuevo y bueno, darle otra oportunidad a los humanos- dijo el príncipe.

Ambos reyes se miraron.

-Bien en ese caso- empezó a decir el rey. -Dejaremos que la humana se quede, si vemos que su comportamiento se vuelve inadecuado, tendrá que irse. ¿Te parece bien?-.

-¡Si, muchas gracias!- exclamó Herneval con mucha alegría.

-Oh, pero tu no te salvas- interrumpió la reina. -No sabía que nos habías desobedecido hace tanto tiempo por lo que no te quedarás invicto. De hecho tengo una idea que te ayudará a compensarlo y que también te beneficiará-.

-¿De qué se trata, madre?

- Aumentarás tus tiempos de estudio. Supongo que con tus idas al mundo humano, habrás perdido un buen tiempo para el conocimiento, así que es hora  de que lo recuperes en tus estudios. Hasta que termines todo podrás hacer lo que quieras. Te asignaré un tutor que te revise y te acompañe en cada una de tus tareas en el castillo y le diré a los guardias que no te dejen salir de los límites-.

-Pero madre yo...-.

-No hay discusiones, será así-.

Y así fue. El príncipe se retiró de la habitación algo preocupado y desde ese momento ha estado muy ocupado, casi ni tiene tiempo para respirar.

Después de que el susto terminara de contar su historia, Frankelda quedó pensativa y preocupada, sentía que posiblemente Herneval no podría cumplir su promesa. Ella tenía ganas de volver al mundo humano, pero no sabía si podría regresar al mundo de los sustos o si las cosas seguirían igual de injustas desde su hogar. Era realmente una decisión difícil entre su pasión y su familia, hasta que el susto rompió el hielo:

-¿Se encuentra bien, madame?-.

-Si, si, es solo que... no lo sé, tengo miedo-

-¿De qué cosa?

-Tomar una decisión incorrecta-.

-Discúlpeme lo imprudente, pero, ¿a qué tipo de decisión se refiere?-.

-La decisión que involucra una familia que te ama, pero no quiere que sigas tus pasiones y poder seguir tus sueños-.

-Pues desde mi punto de vista creo que sí, la familia es importante, pero ellos ya forjaron su futuro a su conveniencia siguiendo sus sueños, y ahora es tu turno de hacerlo y evolucionar. Es tu vida y tu decides qué hacer con ella, y al igual que tus familiares tienes la libertad de forjarla a tu antojo, obviamente haciéndolo de buena forma-.

Frankelda, conmovida con una pequeña lágrima saliendo de su ojo, le agradeció al susto y le dijo...

-Vaya, eres muy buena persona... susto, tú entiendes... y no me dijiste tu nombre-.

-Soy Aibak-.

-Yo Frankelda-.

Aprendiendo del consejo del susto pero aún curiosa, le preguntó:

-¿Y sabes si el príncipe estará libre pronto?-

-No sé sus horarios, pero yo diría que sí-.

Frankelda antes de marcharse se detuvo y le preguntó:

-¿Estás muy ocupado?-

-No, ¿por qué?

-Es que aún no logro ubicarme en este castillote, y se nota que tú lo conoces mejor que yo ¿Podrías guiarme, por favor?-.

-¡Claro!

En otra parte del castillo

-Es bastante parecido a ti, soñador y esperanzado... Tengo miedo de que sufra por eso- dijo la reina con bastante preocupación. -Tal vez fui demasiado dura con él- agregó ella.

El rey, igual de preocupado, se le acercó para tratar de consolarla, el tiempo y las malas experiencias habían dejado una enorme cicatriz en ambos, una que los cambió por completo y les hizo perder la esperanza en los demás.

-No te preocupes, es nuestro hijo y ya es mayor, tengámosle confianza- dijo el rey.

-Pero no desconfio de él, sino de los humanos, ya nos han lastimado bastante- respondió la reina. Ella siempre había sido consciente de que no todos los humanos eran malos, y sabía que eso era una verdad, pero esa verdad empezó a nublarse dentro de ella conforme el tiempo iba pasando y la herida seguía creciendo.

-Démosle una oportunidad a la chica, tal vez si sea como Herneval nos dice, y tal vez nos salve. Al principio tampoco quería aceptarlo, pero la esperanza es algo que no podemos perder y menos en un momento tan difícil- dijo el rey tratando de animar a la reina.

Ella le sonrió un poco y aún bastante pensativa se asomó a la ventana y miró cómo todo el mundo de los sustos se había deteriorado. Tal vez era hora de que empezara un nuevo cambio, un nuevo inicio. -Por algo existe el dicho de que "la esperanza es lo último que se pierde", no creo que solo sea una metáfora o una mentira, porque sé que nuestro pueblo no ha perdido la esperanza aún...-.

Experiencias en el Mundo de los Sustos/ Franfic de FrankeldaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora