La mujer solo suspiró. Lo que decía Victor era verdad, así que no pudo argumentar nada ante eso. Pero no le gustaba cómo el ojiverde le hablaba. Lo conocía muy bien y no era necesario escucharlo para saber cómo se sentía. -Victor... No eres de las personas que me hablan así.- La mujer no lo dijo en un todo triste. Su tono era serio. Él era el príncipe de creta. Podía hablarle a las personas del pueblo como él lo quisiera. El problema era que esa mujer no era del pueblo.Victor se dio la vuelta y miró a la mujer. En sus ojos se veía lo alterado que estaba. había ido a aquel lugar para pensar las cosas, pero los dioses no querían darle ni el más mínimo tiempo a solas con sus pensamientos. Pero también se pudo notar otra cosa en su mirada. Algo escondido entre todo su enojo estaba la confusión. Un sentimiento que él ojiverde solía esconder. Había tantas cosas que no entendía. Tantas cosas que no había echo. Situaciones que solo conocía de las historias y sentimientos que, por tanto que los jóvenes de su edad los conocían, él nunca había experimentado.
El príncipe se avergonzaba de eso. No era capaz de entender todo lo que sentían las personas a su alrededor y siempre temía lastimarlos por eso. -Dime qué pasa.- Dijo la mujer tranquila, sentándose en el césped. Victor se sentó junto a ella y empezó a quitarse todas las joyas que llevaba. El lujo no le agradaba. -Siento que... todo es demasiado para mí.- Comenzó a explicarse. -Hay algo dentro de mí que quiere salir e irse de aquí. Quiere irse lo más lejos posible, pero no quiere estar solo.-
La mujer no sabía cómo interpretar las palabras del ojiverde, pero no lo interrumpió. -Siento que este no es mi lugar...- Continuó el príncipe. -Es como si estuviera viviendo una vida que no es la mía y mi interior está esperando para comenzar mi propia vida.- Mientras decía eso apoyaba su cabeza en el hombro de la mujer. Ella sonreía y acariciaba su cabello. Sabía a qué se refería Victor. Ella había vivido algo parecido.
Así estaban un tiempo en silencio. No era necesario decir más. Pero como todo en la vida de un mortal, ese momento no era para siempre. Cuando el sol se puso y ya estaba oscureciendo, los dos se levantaron. -Gracias por escucharme. Es bueno saber que siempre hay alguien con quien puedes hablar.- Los dos se dieron un abrazo cálido y Victor le dio un beso en la mejilla a la mujer. -Gracias por todo, tía Florencia.- Florencia se fue alejando con una sonrisa. Pero antes de desaparecer volteó. -Por favor deja de llamarme así. Mejor llámame Floppy!-
Después de eso Florencia desapareció detrás de unos arbustos dejando a Victor solo. Él solo recogió sus cosas del piso y se dirigió al palacio real. Ahí de inmediato entró a su habitación, explicando a los sirvientes que no cenaría ese día. Estaba demasiado cansado como para hacer algo que no era dormir. Había sido un día estresante y confuso para el príncipe. Pero estaba feliz de haber podido hablar con alguien. Y mañana también hablaría con Mayo sobre su situación. No lo quería hacer sentir incomodo...
Se acostó y al cerrar los ojos se quedó dormido de inmediato. Pero lamentablemente eso no aseguraba su descanso. Los sueños que tenía esa noche eran más confusos de lo que ya estaba al estar despierto. No veía mucho. Estaba en una habitación con flores cubriendo todas las paredes. También el piso estaba lleno de las plantas rosadas. Victor no logró orientarse en la habitación. Una especie de niebla rosada tapaba su vista y sentía como seda lo rozaba con cada movimiento que hacía.
Empezó a caminar, pero ese lugar, esa habitación parecía infinita. No importaba cuanto caminaba, siempre parecía estar en el mismo lugar. Pero en algún momento, después de caminar por mucho tiempo, el ojiverde se topó con unas cortinas. Telas de seda casi transparente que caían de arriba. Primero solo pocas, pero con el tiempo que Victor seguía caminando se volvieron cada vez mas asta llegar a un punto, donde las cortinas formaban una pared.
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Espada y arcilla [Mayictor]
FanficHace miles de años la diosa de la belleza le fue infiel a su marido. Cuando ese se dio cuenta, su esposa y su amante tuvieron que abandonar el Olimpo. Los dos rechazados les hicieron una profecía a los dioses que decía que uno de sus hijos iba a des...