Todos los presentes quedaron en choque por lo que habían visto. Ninguno de ellos podía pronunciar tan solo una palabra, todo estaba en un silencio absoluto. Ni Victor era capaz de creer lo que acaba de hacer. Entrenaba mucho, sí. También lo hacía solo la mayoría del tiempo. Nadie sabía que eso no era algo normal. Pero el ojiverde no quería atraer aún mas atención, así que intentó calmarse un poco, para luego simplemente volver a sentarse en su lugar.
Nadie logró disimular lo sorprendido que estaba al ver lo que acaba de pasar. Unos momentos después uno de los sirvientes que los había acompañado comenzó a dirigirse hacia el árbol, donde aún permanecía atascada la lanza. Tardó un rato en llegar y se notaba que le costaba algo de fuerza sacarla, pero cuando volvió, los juegos continuaron y nadie de los participantes se atrevió a volver a retar a alguno de sus anfitriones.
Terminado los juegos todos volvían al palacio a prepararse. Pues era el día que habían esperado. Era Afrodisias. La fiesta de la diosa Afrodita, en la que se celebraba todo lo que ella daba a los humanos. Regresando a su habitación Victor no le dirigió la palabra a nadie. Sentía un cansancio extremo y creía quedarse dormido en cualquier momento. Por lo tanto al dejarse caer en su cama, no necesitaba más que un segundo para quedar dormido profundamente.
Las sabanas eran tan suaves, que creía dormir en las propias nubes y no pudo evitar sonreír, aún estando dormido. Todo era tranquilo y el mundo parecía permanecer en paz, asta que un hombre aparecía en sus sueños. El paraíso en el que Victor se encontraba al quedar dormido, dio paso a una tierra muerta y ensangrentada. No importaba a dónde dirigía su mirada, no veía nada más que cuerpos sin vida.
El ojiverde no sabía quién sería capaz de causar tal destrucción, pero por alguna razón tampoco quería saberlo. Lamentablemente eso no era opción. En medio de todos los cadáveres notó una persona que permanecía con vida. Ensangrentada y con muchas heridas, pero con vida. Ademas en su cara se podía ver una gran sonrisa al ver toda la destrucción a su alrededor con sus ojos llenos de un brillo rojo.
Al voltear con el, Victor se asustó. Notó cierto parecido entre ellos, pero no quería creer, que él mismo era el culpable de lo que estaba viendo. Lamentablemente su sospecha fue confirmada, al escuchar las palabras del hombre. -Eres fuerte.- Dijo con una voz profunda y algo intimídate. -Mira lo que has logrado!- Victor no quería creer lo que acaba de escuchar. Quería tapar su rostro con sus manos para no tener que ver todo eso, pero se dio cuenta, de qué estaban ensangrentadas.
El ojiverde ya no sabía qué hacer. Era verdad? Era él, quien había causado todo eso? No lo sabía. No recordaba haber visto una destrucción tan grande en toda su vida. Pero en ese momento recordó lo que había hecho con la lanza y el olivo. Acaso era posible? Podría ser que tenía suficiente fuerza como para causar todo lo que estaba viendo? Pero porque lo haría? El no era así... No era de los que disfrutaban la violencia.
Aquel hombre se acercó a él lentamente. Con cada paso Victor tenía la sensación, de que la tierra temblaba. Qué pasaría si llegaría a él? Acaso le haría lo mismo que les pasó a todos los demás en ese lugar? El ojiverde no quería saberlo. No era cómo quería terminar su vida. Tampoco si solo era en su imaginación. Después de todo puede que sea una profecía. Una profecía que tal vez se cumpliría más pronto de lo deseado.
Era por eso que estaba tan feliz al ser despertado antes de que el hombre en sus sueños lo había alcanzado. Al abrir sus ojos lo primero que vio, era a Mayo sentado enfrente de el en la cama, asustado. -Que... Qué fue lo que pasó?- Preguntó Victor confundido. -Estas bien?! Te pasó algo?!- Preguntó Mayo. No parecía haber escuchado las palabras de su amigo, o tal vez simplemente las ignoraba.
-Si, eso creo... Porque preguntas?- Victor no se dio cuenta de nada de lo que había pasado a su alrededor mientras había dormido. Así que se sorprendió por la respuesta del pelinegro. -Tu... Gritaste.- Dijo Mayo algo preocupado. No había sido un grito normal. Lo que había salido de él mientras que dormía, parecía lo que podría salir de la boca de un torturado al momento de su muerte.
ESTÁS LEYENDO
Espada y arcilla [Mayictor]
FanfictionHace miles de años la diosa de la belleza le fue infiel a su marido. Cuando ese se dio cuenta, su esposa y su amante tuvieron que abandonar el Olimpo. Los dos rechazados les hicieron una profecía a los dioses que decía que uno de sus hijos iba a des...