Saeran Choi
— Mc. — gimoteé.
— ¿Qué pasó, malvavisco?
— ¿Por qué tuvimos hijos? — pregunté entrando a la cocina mientras me quitaba unas ligas del cabello.
— No te quejabas mientras los hacíamos, permíteme recordarte. — soltó una risita mientras me ayudaba.
— ¿Y si los damos en adopción? Aún no es tarde. — sugerí entrecerrando los ojos.
— ¡Saeran!— recibí un golpe en la cabeza con una cuchara.
— Es una broma.
— Papi, papi, papi, papi...
— Que horror, me encontraron. — me escondí atrás de mi bella esposa.
— ¿Papi? — me miró extraño mi pequeño hijo.
— Papi se murió. — murmuré.
— A ver chicos, ya les he dicho que no pueden utilizar a su padre para jugar a la escuela militar. — regañó Mc.
— ¡Pero mami! — refutó nuestra otra hija.
— Y tampoco para un salón de belleza, la otra vez le cortaron un pedazo muy grande de cabello, no puedo permitir que lo dejen calvo. — puso los brazos como jarras.
— Si tú también te reíste de él. — agregó el pequeño.
— En su momento fue gracioso, ahora vayan a lavarse las manos que es hora de comer.
Los pequeños diablitos corrieron al baño demasiado felices que hasta daba miedo.
— Recalco, no sé en qué momento se me ocurrió expandir la familia. — me quejé por milésima vez.
— En la luna de miel, cariño. — intentó consolarme la castaña.
— Apenas tienen 6 años, no sé que será de mí cuando vayan a la universidad.
— Tal vez te conviertas en un padre sobreprotector que no quiere que sus hijos estén con cualquier persona.
— Eso no suena a algo que yo haría. — refunfuñé.
— Por Dios Sae, la última vez casi amenazas a un chico que le regaló un dulce a nuestra hija. — me atacó.
— No tenía porque ese mocoso estar tan cerca de nuestra bebé. — casi me pongo a hacer un berrinche.
— ¿No la querías dar en adopción hace unos minutos? — alzó una ceja.
— Cambié de parecer.
— Pues está noche te tengo una sorpresa y por lo que veo, dudo que lo tomes muy bien. — sonó algo afligida, pero antes de que pusiera cuestionarla me mandó a la mesa.
La cena transcurrió sin problemas, pero al terminar de comer, mis hijos compartían sonrisas cómplices y Mc se veía algo triste, esto comenzaba asustarme.
— Sae cariño ¿Recuerdas lo que hablamos la última vez? — sus labios temblaban un poco.
Lo recordaba a la perfección.
— Sí ¿Por qué? — intenté sonar calmado.
— ¡Vamos a tener un hermanito! — los pequeños mellizos gritaron al mismo tiempo en que ponían en mis manos una pequeña cajita.
Blanco como una hoja de papel tomé valor y rasgué el envoltorio, dentro había una prueba de embarazo positiva.
— Dí algo. — pidió la castaña mientras los otros dos bailaban.
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Al fin juntos...
RomanceEl pasado es cruel, pero siempre habrá algún momento hermoso que lo haga agridulce. Ella fué una espina, que cuando creí haberla sacado resultó que solo la enterré más. Pensé que no volvería a verla, así qué decidí pasar página, pero la vida no sie...