Existió

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Al final no pude salvarme, y después me pido perdón por haber sido tan débil, por no haber afrontado las cosas cuando debía hacerlo, por haberme culpado tanto por cosas que ni siquiera realicé. Perdón por haberme odiado tanto, por haber dejado de lado mi salud mental, por todo lo que me hice sufrir por no haber sido lo suficientemente fuerte, por haber decidido ser infeliz.

Duele porque busqué durante tantos años descubrir quién era en realidad, que nunca me di cuenta de que el tiempo se me estaba agotando, junto con las oportunidades de ser feliz. Quizás el haberme dejado llevar por lo que la gente quería de mí no fue lo correcto. Me lastimé tanto que ahora ya no me sorprende no haberme podido salvar.

En realidad, ahora ya no sé qué hacer. Soy tan infeliz con mi vida y me duele. Dejé de lado tantos sueños que tenía por cumplir, sueños ajenos. Llené de orgullo a personas que me dieron la espalda hace tanto tiempo, hice feliz a otras personas, prioricé a otras personas, pero nunca a mí. Cuando dejé de importarme mi felicidad, decidí herirme a mí misma, decidí ser infeliz.

La vida y el tiempo van de la mano, los dos avanzan de una manera tan rápida que a veces no logramos darnos cuenta de todo lo que nos sucede o sucede a nuestro alrededor. Y quizás cuando nos demos cuenta de eso, ya sea tarde. La vida se fue y el tiempo se nos agotó, y nunca pudimos ser lo que realmente queríamos. No pudimos cumplir nuestros sueños, no pudimos ser felices. En ese momento comenzamos a darnos cuenta de todas las oportunidades desperdiciadas, de tantas cosas que no hicimos y, sobre todo, de que nunca fuimos felices. Ahora solo pensamos en lo que hubiera sido nuestra vida si tan solo hubiéramos hecho realidad nuestros sueños.

Historias de un Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora