Lo que él era

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Lo que él era 

Él era un diez de primera instancia, siempre cariñoso y amoroso en cualquier momento.

Pero baja a un nueve cuando manipulaba las situaciones para hacerme sentir culpable.

Durante las ocho horas que él decía no hablarme.

Porque según él existían siete motivos válidos, para que esté enojado por tanto tiempo.

Pero yo no podía enojarme cuando él desaparecía a las seis de la tarde, casi todos los días.

Y sin explicación llegaba a las 5 de la mañana con un ramo de rosas en la mano.

Siempre me paso cuatro horas, tratando de justificar sus acciones y sin importar las vueltas que en mi cabeza.

Nunca pasan de tres razones que pueden ser válidas, por más absurdas que suenen.

Pero siempre descarto las dos más incoherentes.

Para quedarme con una que para ser sincera no logra justificar lo que él hace conmigo y mi estabilidad.

Quizás él siempre quiso jugar con mi estabilidad, dándome una falsa seguridad que yo necesitaba en ese momento para ser feliz, creyendo que yo iba a estar bien junto a él, manipulando a su antojo, sabiendo que yo no me iba a alejar, por miedo a sentir esa sensación de abandono y soledad que no podía tolerar y me quedaría contenta con sus migajas de cariño, para que yo no me sintiera sola.

Historias de un Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora