Sakusa kyoomi nunca había deseado tener a alguien tan cerca, tomar su mano y sostenerlo en sus brazos ¿Que tenia de especial todo eso?
Pero todo eso cambio cuando conoció a cierto joven de cabello anaranjado y bella sonrisa.
Posibles spoilers del ma...
Tal vez no era lo mejor que pudo haber dicho, pero Motoya sabía que poco serviría para animar a su primo, en especial cuando cierta persona estaba involucrada.
-Lo digo en serio. - Dijo al pelinegro que no alejaba su vista de la pequeña caja de terciopelo negro que sostenía entre sus manos.
Lo había perdido de vista solo por un momento, se suponía que solo iban al centro comercial por unos audífonos nuevos y, de repente ahí estaba kyoomi, saliendo de una joyería con un par de anillos que ahora ni siquiera sabía si quería entregar o no.
No había ninguna ocasión en especial, solo lo hizo por la idea de que esa pieza de joyería se vería bien en el dedo de su enamorado, una motivación bastante simple.
-Espero que no piense que es raro.
-¿Por que? Muchas personas se regalan anillos y estoy seguro que a Hinata le encantará usarlo por el simple hecho de quien se lo dio fuiste tú.
Sakusa se quedó en silencio, pero se podía notar en su rostro que estaba más tranquilo, Motoya no pudo evitar sonreír, siempre era igual con él, lo mismo había pasado en el cumpleaños de Hinata y cuando buscaba un regalo para su aniversario de 1 año.
Muchos consideraban a Sakusa como una persona apática y fría por obvias razones. Y aunque era cierto que había mejorado con el contacto físico y las palabras de amor, ese nunca sería su lenguaje del amor, prefería que las acciones hablaran por él, por esos siempre se esforzaba tanto en buscar los objetos perfectos que reflejaran sus sentimientos hacia el pelinaranja.
-Estaras bien, yo que tú me preocupaba más por tener todo listo para mañana.
-Deje todo arreglado desde hace tres días, tu eres el que de seguro no tiene nada aún.
-Me lo imaginaba.
Ahí estaba el Sakusa que conocía.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Sentía los músculos de su hombro derecho y cuello entumecidos, llevaba por lo menos 2 horas en la misma posición, aunque en realidad no le molestaba, no cuando la razón era tener a Hinata profunda y cómodamente dormido sobre su hombro.
Después de tantos días desbordando energía, era claro que el monstruo de la histamina necesitaba unas horas de descanso en el autobús.
Algunas cosas nunca cambiaban, claro que había una gran diferencia entre el imprudente chico de primer año que no sabía lo que hacía y el que había llegado de Brazil, pero sin importar cuantas veces entrará en un estadio, pisará una cancha o pudiera saltar para poder golpear una vez más el balón en el aire, siempre irradiaria la misma emoción como si lo hiciera todo por primera vez.
Hasta en esos últimos instantes antes de comenzar, sus ojos reflejaban la necesidad casi fisiológica de jugar voleibol.