Madison
16:00
Hora de mi salida a Londres con Harry.
No sabía que haría para salir pero dado que tiene esa extraña, "amistad", vamos a llamarle, con el director, seguro que utiliza eso y le deja salir. Estos son los puntos hasta los que esta corrupto este internado.
Estaba esperando en el hall como prácticamente me ordenó Harry y ya era él el que llegaba tarde, cuando era a mi a la que me había exigido puntualidad, esto es ridículo.
Pero minutos más tarde ya estaba él apareciendo por uno de los pasillos con su típica sonrisa medio sarcástica, medio de superioridad que siempre llevaba.
-Ya podemos irnos. –dijo a modo de saludo.
-Vamos entonces.
Salimos por la puerta principal y seguimos el camino de grava que llevaba hasta la verja del internado y hasta la puerta de salida que estaba junto a la caseta de seguridad, desde ahí vigilaban quien entraba y quien salia.
-¡Hey John! –gritó Harry por la ventanilla de la caseta.
Un hombre de mediana edad se asomó por esta casi al momento.
-¡Cuánto tiempo Harry! ¿Supongo que sales no? Y veo que acompañado. –añadió mirando en mi dirección.
-Sí, ¿nos abres?
-Por supuesto. –dijo a la vez que presionaba el botón que como pude ver, abría la puerta. –Pasarlo bien en Londres.
Mientras salíamos por la puerta y caminaba mis primeros pasos fuera de los muros de este sitio, recordé que esto estaba a las afueras de Londres, no sabía la distancia exacta, pero yo no recomendaría ir andando hasta allí a través de bosque y de tierras que están en medio de la nada.
-Harry... ¿cómo se supone que vamos a llegar a Londres si esto está a las afueras?
-No adelantes acontecimientos... -dijo burlándose de mi.
Caminamos un poco más y llegamos a un recoveco que formaba la carretera que llevaba al internado. Un precioso coche clásico blanco estaba allí aparcado.
-Te presento a mi buen amigo James. –explicó, por supuesto, señalando al coche.
-¿James? –esta vez me tocaba a mi burlarme.
-Sí, por James Dean, ya sabes, el actor.
Acto seguido de la presentación de su coche nos subimos y pusimos camino a Londres.
No hablamos por el camino porque llevábamos la radio puesta e íbamos cantando o tarareando en voz baja alguna de las canciones que pasaban.
Sonó Ed Sheeran con su canción Thinking Out Loud, al parecer debía de gustarle porque se sabía la letra de memoria, a decir verdad, no cantaba nada mal, de hecho tenía una voz preciosa.
Al final resultó que Londres no quedaba tan lejos, fue solo una media hora de viaje.
Aparcamos en una zona bastante céntrica a pesar del concurrido tráfico londinense.
Empezamos nuestra visita por lo básico, Hyde Park, que estaba en su época más bonita, todo estaba verde y brillante y la gente caminaba alrededor nuestra, tan ajenos a nuestras circunstancias.
Después fue Buckingham Palace y el cambio de guardia, y luego paseamos al lado del Támesis y pasamos por el Tower Bridge y la Torre de Londres, y por último nos subimos al London Eye.
Y por difícil que parezca de creer, Harry se estaba comportando como todo un caballero inglés, a diferencia de como se comportaba allí dentro. Quizá era el sitio, quizá si mereciera realmente el sobrenombre de Lía, "madhouse". Pero el caso es que Harry hablaba amigablemente y me explicaba cosas sobre los lugares que visitábamos. Veía en sus ojos y en el entusiasmo al explicar todo, lo mucho que amaba esta ciudad. La cuestión, es quien no ama Londres, tiene ese encanto de ciudad antigua y acogedora, a pesar de que la pinten de fría, nublada y lluviosa.