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184. El rastro del desastre

La sombra de los barrotes de la ventana se reflejaba sobre la cama de Jungkook. Su hermano mayor se había tumbado a su lado, agotado, después de haber estado horas cuidando de él y de Taehyung, a la espera de que se moviera o diera señales de vida. Pero, por más que Yoongi esperó, nada de eso llegó a ocurrir.

El menor se mantuvo en el mismo estado en el que llevaba ya casi veinticuatro horas, y eso empezó a preocupar todavía más a Yoongi. Aunque, como no había nada más que pudiera hacer por él, acabó saliendo de la habitación con la intención de respirar otro aire. Sólo que enseguida se encontró con la mirada temerosa de Taehyung.

—Sigue igual. Tranquilo.

El castaño asintió y respiró hondo, pero luego también dejó ver su propia preocupación.

—¿Cuánto... cuánto tiempo podrá aguantar así...?

—No lo sé.

Los ojos del menor se llenaron de lágrimas y Yoongi se sentó en el reposabrazos del sofá con un suspiro. Llevó sus manos a su cabeza y acabó inclinando el cuello hacia delante todo cuanto pudo. A medida que atardecía, más consciente era de que se les acababa el tiempo, y de que Jungkook podía estar en más peligro del que creía.

—A lo mejor... le cuesta un poco más... porque ha perdido mucha sangre... o... a l-lo mejor... es cosa de su estado mental... o una mezcla de ambas... N-no lo sé...

Taehyung frunció los labios, se limpió las lágrimas y trató de incorporarse para acercarse al mayor, pero este le frenó de inmediato con un gesto de su brazo. Después, fue él quien se levantó y se acercó al otro, para poder taparle bien con la manta y asegurarse de que estaba cómodo.

—No tienes que moverte —le explicó mientras lo hacía—. No sabemos cómo de herido estás... ni tampoco vamos a llegar a saberlo con exactitud... Esto no es un hospital y...

Yoongi se mordió la lengua y se arrodilló junto al castaño. Sabía que su hermano menor no hubiese querido que todo se fuese al traste por haberle llevado al hospital, como ya había pasado hacía años. Pero... por Taehyung... Por él, a lo mejor sí que hubiera opinado de distinta manera.

—¿Qué ocurre...?

—Jungkook querría que te llevara al hospital.

Ambos jóvenes se miraron a los ojos durante algunos segundos. No hubo sonido, ni siquiera de sus respiraciones, pero el ambiente desapareció en cuanto Taehyung negó con la cabeza y volvió a limpiarse las mejillas con las manos, mientras volvía a sollozar.

—N-no... Si él no ha ido... yo tampoco...

—Taehyung...

—No... —insistió.— Es peligroso... No sabemos cómo figuro... en los datos del médico ni de la policía... C-creo que todo va bien... por lo que he hablado con mis amigos... pero... aún así... podría ser arriesgado y... yo no lo necesito ni la mitad que él... É-el... necesita sangre... y... m-médicos de verdad...

Yoongi lloró con él, aunque en silencio, y cerró una de sus manos en un puño con rabia. Él tampoco quería llevar a Taehyung al hospital, por esas razones que él mismo acababa de citar, pero, ¿cómo reaccionaría su hermano en caso de despertar y descubrir el estado del castaño...? Y el hecho de que no le había llevado al hospital...

Él hacía lo que podía, pero los tres sabían que Yoongi tenía muchas limitaciones en ese ámbito. Sabía muchas cosas, pero desconocía mucho más. Había jugado a los médicos durante varios años de su vida, pero no podía considerarse como tal. Y, un caso tan grave como el de Jungkook, además de uno tan complejo y específico como el de Taehyung, no eran para él.

Red Velvet | Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora