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🔻PARTE 3🔻

181. Sangre

Todo lo que Taehyung podía ver, era rojo. El suelo. La ropa. Las piernas. Los brazos. Las manos de Yoongi. Todo era rojo. Porque, mientras Jungkook se desangraba, lo iba tiñendo de ese color.

Yoongi hablaba, pero había una barrera invisible entre ellos dos. Mientras el mayor gritaba y trataba de mover a su hermano pequeño, el castaño se limitaba a mirarlo, incapaz de reaccionar, como si su cuerpo se hubiera quedado sin fuerza alguna.

Jungkook era su fuerza. Y parecía haberse ido.

Todo lo que quedaba en su mente era la perturbación del silencio. Un murmullo electrónico y continuo. Unos gritos ajenos y ahogados en la nada. Porque, sin Jungkook, ya nada quedaba. Al menos, no para Taehyung. Ni tampoco para Yoongi.

—¡JUNGKOOK...! ¡JUNGKOOK, REACCIONA...! ¡JUNGKOOK...!

El mayor de los hermanos se desgarraba las cuerdas vocales. El pequeño permanecía inconsciente. Y Taehyung observaba la escena con el corazón al límite. A un simple paso de caer en un abismo. A un simple gesto de apagarse, al mismo ritmo al que lo estaba haciendo su dueño.

—¡TAEHYUNG, AYÚDAME...!

Pero... ¿había algo que se pudiera hacer... frente a tanta sangre...?

—¡TAEHYUNG, AÚN TIENE PULSO, TIENES QUE AYUDARME...!

¿Aún... estaba vivo...?

—¡SI NO ME AYUDAS, VAMOS A PERDERLO...!

Sangre. Sangre. Sangre. La sangre le perseguía desde el día en que habían fallecido sus padres. Y no había parado de hacerlo en ningún momento. No había parado de llevarse a las personas que más quería. Una detrás de otra. ¿Podía tratarse de una maldición...? Taehyung intentó pensar en ello, pero no encontró nada dentro de su mente.

Estaba hueca. Y sus recuerdos aparecían y desaparecían sin que él pudiera controlarlos. A pesar de que fueran suyos.

—¡TAEHYUNG!

El castaño se sobresaltó al sentir el zarandeo de las manos de Yoongi. Se habían posado sobre sus hombros, manchando su bata con la sangre de su novio, y le habían obligado a volver a la realidad de golpe. De repente, el sonido ya no se escuchaba lejano, sus recuerdos se habían disipado y su corazón volvía a latir a mil por hora.

—Te necesito —suplicó el pelinegro, con el rostro lleno de pavor y lágrimas—, cógelo por los pies, yo cargaré con la mayor parte del peso.

Taehyung ni siquiera reaccionó a esas palabras, pero Yoongi volvió a darle la espalda y se apresuró a mover el cuerpo de su hermano, para ponerse detrás de él y, después, alzarlo por debajo de las axilas. Al castaño le tomó un par de segundos apartar su mirada de las heridas. Y de toda la sangre que ya había perdido por ellas. Pero acabó haciéndolo y obedeciendo a Yoongi.

—¡Rápido, vamos a llevarlo a la cama...!

Sus pies se movían de manera automática, pero su cuerpo se sentía rígido, mientras veía morir al amor de su vida en el espacio.

—¡Más rápido, Taehyung, tengo que- tengo que ver si puedo salvarlo...!

Y Taehyung intentó apresurarse, porque él tampoco quería perderlo, pero su cuerpo dolía, su cabeza daba vueltas y su corazón amenazaba con explotar dentro de su pecho. Todo eso, junto con el pensamiento de que Jungkook podría dar su último aliento en cualquier momento, le estaba consumiendo con cada paso que daba.

Yoongi puso al menor sobre la cama y Taehyung se estremeció al perder el contacto físico con él. Mientras inspeccionaba sus heridas, Yoongi no podía parar de llorar y temblar, y el castaño pronto se encontró a sí mismo haciendo lo mismo. Porque una parte de él quería aferrarse a la poca esperanza que pudiera quedarles, pero otra le decía que hacer algo así sería inútil.

Red Velvet | Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora