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190. En su sucia y rota intimidad

La puerta de la habitación de Taehyung se abrió y Hope se adentró en ella con una bandeja sobre sus manos. Ya era la hora de comer, aunque lo cierto era que el castaño no tenía ganas de hacerlo, puesto que se había pasado toda la mañana en la cama, sin hacer otra cosa que descansar.

Así llevaba ya varios días. Mirando a la nada, pensando en muchas cosas y, a la vez, en ninguna. A veces sus pensamientos le llevaban a una sensación de vacío, y otras le llevaban a una explosión de sentimientos, a través de la cual sólo podía navegar dejándose llorar.

En esos momentos, se encontraba más inclinado a la primera opción que a la segunda, y por eso Hope lo había pillado en completo silencio, con la mirada perdida en el techo y un olor de estómago que estaba esforzándose por ignorar.

No había comido demasiado desde que todo aquello había empezado. En primer lugar, porque no quería, y, en segundo, porque poco a poco se habían ido quedando sin comida en el edificio, y habían tenido que empezar a racionar mucho las comidas. Hasta el punto de sólo comer una vez al día.

Por eso, en cuanto Taehyung se reacomodó para poder sentarse y recibir la bandeja que su amigo le traía, abrió los ojos sin poder creer lo que estaban viendo. Y su amigo se rió al ver su reacción. Sobre la bandeja había un pequeño bol con sopa de algas, otro pequeño bol de arroz blanco con sésamo y un plato llano con un par de huevos revueltos.

—¿Y esto...?

—Por fin ha llegado el pedido que hizo Yoongi —le explicó Hope, mientras dejaba la bandeja cuidadosamente sobre su regazo—, así que, aunque tenemos que tener cuidado con no gastar la comida demasiado rápido, nos ha dado permiso para hacer algo un poco más nutritivo que estos últimos días.

Taehyung sonrió y asintió. Para él no había sido tan problemático, ya que no quería comer por sí mismo, pero no podía imaginar cómo habían pasado los demás aquellos días. Lo único bueno que habían encontrado en aquel lugar, había sido las condiciones en las que Jungkook les había permitido vivir. Con mucha comida, actividades para entretenerse y acceso a medicinas y otros tipos de curas. Pero ni siquiera eso habían podido tener en ese tiempo.

—Qué bien... Menos mal...

—Sí, desde luego... No sabes lo que ha sido volver a ver frutas y verduras frescas. —Ambos se rieron.— Aunque, bueno, las hemos congelado casi de inmediato... porque tienen que durarnos mucho tiempo.

Taehyung asintió de nuevo y empezó a comer, mientras su amigo le contaba cómo había sido el momento en que había recibido el pedido. Normalmente, eran otros trabajadores del prostíbulo los que les hacían llegar las mercancías, pero, como todos habían sido asesinados por Park Hyungsik, habían sido ellos mismos, con la colaboración de Yoongi, los que habían subido a la planta baja para hacerse cargo de los víveres.

—Al menos ya no pasaremos hambre... —murmuró Taehyung eventualmente, aunque enseguida paró de comer, sin saber qué hacer.

—¿Ocurre algo...? ¿Hay algo que no te guste?

—No, no... Tranquilo, no es eso... Es... que me... me preocupa comer demasiado... y... l-luego ir al baño...

Su amigo respiró hondo y le acarició el brazo. Ya habían hablado antes de ese tema y ya no tenía nada más que decirle. Hope entendía su situación, pero ya le había dicho que no podía pasar sin comer. Y Taehyung no iba a intentar que su amigo se marchase con la comida sin terminar, porque bastante le había preocupado ya. El problema era que su miedo era grande y también muy real, sólo que no podía seguir negándose a comer y lo sabía.

Red Velvet | Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora