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182. Lejano y hostil

Yoongi fue al lavabo y se volvió a lavar los brazos, desde las manos hasta los codos. Por más que frotara su piel, su camisa seguía transmitiéndole ese olor nauseabundo a sangre. Estaba más que acostumbrado a convivir con el olor de la sangre, pero no cuando se trataba de la de su hermano menor.

Puso los paños en remojo y respiró hondo. Le dolía la cabeza y, por alguna extraña razón, sólo tenía ganas de dejarse caer sobre algo blandito o gritar y darle puñetazos a la pared hasta que se quedara sin fuerzas. No había un punto medio, y eso mantenía su corazón palpitante y expectante, mientras su cerebro daba vueltas dentro de su cráneo.

Humedeció su pelo con sus manos mojadas y se lo echó para atrás. Respiró todo lo hondo que pudo y se fue hasta la ventana que había a la izquierda, junto a la puerta del baño. La abrió, se abrazó a los barrotes y apoyó la frente contra ellos. Era de noche y tenía miedo de que comenzara un nuevo día.

¿Cómo habían llegado hasta ese punto...? Se suponía que iban a pasar unos días agradables con los amigos de Taehyung y que después se marcharían a otro país en busca de una nueva vida. Siempre había sabido que no sería fácil, que habría muchos obstáculos y que nunca terminarían de esta en peligro. Pero no había imaginado que todo se estropearía incluso antes de empezar.

Se frotó la cara con las manos y cerró la ventana. Hacía mucho frío y no quería despertar a Taehyung, o, en el peor de los casos, propiciarle un resfriado. Caminó hasta el sofá, para observarlo, y se agachó a su lado. Comprobó que respiraba bien y que estaba en calma. Descansar era lo mínimo que se merecía después de todo lo que le había pasado.

Sus ojos se humedecieron, por lo que se apartó de él, pero eso no disipó su sentimiento de culpa. Le había gritado y presionado en su momento más vulnerable, y, aunque sabía que lo había hecho por una razón de peso, seguía sin sentirse bien al respecto. Taehyung también era como un hermano menor para él, y no le gustaba saber que había contribuido a su desmayo.

De todas formas, Yoongi suspiró y se puso en pie de nuevo. Ya no podía cambiar el pasado y, lo mejor que podía hacer por Taehyung, era dejarle descansar y encargarse de él cuando despertase. Mientras tanto, tendría que reunir el coraje para volver a la habitación donde descansaba Jungkook. Pero tenía tanto miedo de entrar y encontrar algo que no quisiera...

Le había costado dejarlo solo un par de minutos, pero por fin lo había hecho y, ahora, se debatía entre dos opuestos: el miedo a dejarlo solo por más tiempo y el miedo a regresar inmediatamente y que algo hubiera podido pasar en su corta ausencia. Pero su decisión estaba clara desde el principio, por lo que no lo demoró más y se adentró en la habitación de nuevo.

Jungkook estaba durmiendo boca arriba; seguía en la misma posición exacta en la que lo había dejado. La oscuridad disimulaba su estado, pero el olor de la sangre y sus recuerdos de las horas anteriores le recordaban cómo se encontraba realmente. Entre la vida y la muerte. Lleno de heridas, con menos sangre de la que debería y con riesgo de sufrir una infección.

Se acercó a su lado de la cama y se arrodilló junto a él. Le apartó el pelo de la cara con mucho cuidado y comprobó que todavía respiraba. Al sentir su aliento contra sus dedos, dejó escapar un suspiro de alivio, pero ese suspiro pronto se tornó en un sollozo, y Yoongi se permitió llorar una vez más en aquella noche. Todo estaba saliendo mal, pero daba las gracias por que su hermano aún siguiera vivo.

Después de todo lo que les había pasado, después de la vida que habían llevado, después los sacrificios que habían tenido que hacer el uno por el otro... aquello no podía terminar así. No podía perder a Jungkook de aquella manera. No podía perder a Jungkook. Él había sido la razón por la que siempre había seguido adelante y, sin él, también se hubiera acabado perdiendo a sí mismo.

Red Velvet | Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora