ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 ℑℑℑ.

695 42 7
                                    

—Muy bien, manos a la obra que hay que empezar.— Dio dos aplausos la guardiana para empezar con el trabajo. Habló con Donna de cuál quería que fuera la primera habitación con la que empezaran y ella le dijo con la que la tigresa quisiera.

—Creo que sería mejor que empezáramos con la de tu habitación y así ya la tenés lista para cuando te duermas. Ya que si empezáramos por otra habitación tal vez esa nos tome un par de tiempo y no podamos llegar a la tuya para que la tengas ya lista.— Le explicó proponiéndole la idea para que lo pensara. 

Angie y Donna se miraron pensando en ello, luego de unos minutos asintieron con vencidas de la idea. —Me gusta la idea, ya que así podré dormir más tranquilamente sin sentir que en cualquier momento me caigo o se me cae algo a la cabeza. Aunque la casa tenga una estructura fuerte.— 

Después de eso se pusieron manos a la obra, las niñas le ayudaban en lo que podían a Alcina y a Pandora en lo del tema de sacar los muebles para la sala y comedor. Mientras las niñas hacían lo de mover los muebles para la sala, la jerarca y la guardiana se estaban encargando de ver hasta donde llegaban las grietas de las paredes para luego sacar con unas espátulas la pintura y el revoque viejo para poner uno nuevo. 

—Deberíamos empezar a sacar la pintura para luego fijarnos si hay alguna pérdida por la pared que esté oculta o algo.— Comentó la mayor haciendo la menor afirmara en respuesta.

—También podrían haber hoyos por alguna parte y una que otra rata se haya metido.— Giró su cabeza hacia la gran mujer que tenía su mano apoyada en su mentón pensando. La menor se le había quedado mirando muy fijamente que luego de darse cuenta miró hacia otro lado tratando de calmar sus nervios. 

—¡Dani te dije hacía el otro lado! ¡No ese lado!— Le increpó Cassandra a su hermana ya que al intentar sacar un mueble por la puerta lo habían hecho mal y lo tendrían que hacer de vuelta. 

—No es mi culpa que no pueda tener un ojo en la espalda.— Contraatacó la menor de las tres hermanas.

—Ya cálmense las dos, Daniela sácalo de forma un poco más inclinada y así saldrá, Cassandra sostenle con más fuerza para que no se le caiga.— Les indicó la mayor a sus hermanas menores, al intentarlo de nuevo pero con las indicaciones de Bela habían logrado sacarlo perfectamente. —Ahora vengan las dos un segundo.— La azabache y la pelirroja se acercaron a ella para escucharla susurrar. —Dejemos que ellas dos estén un rato solas mientras que nosotras ayudamos a Donna a reparar los muebles rotos, a lijarlos y pintarlos.— Las miró tratando de convencerlas, una medio suspiro pero estaba tambien emocionada, y la segunda asintió enérgicamente. 

—Madre.— Bela entró a la habitación viendo que ya habían empezado a sacar la pintura, Cassandra y Daniela se quedaron en la puerta sacando sus cabezas desde el marco de la puerta. La madre de las pequeñas se giró un poco observando a su pequeña Bela para posteriormente ver en el marco de la puerta a sus dos otras pequeñas. —Queríamos avisarte que íbamos a estar con Donna ayudándole con los muebles.—

Oh bueno, se van a ir con Donna a arreglar los muebles y yo me quedaré aquí a solas con Alcina... ¡¿A solas con Alcina?!— La tigre miró rápidamente a Daniela pidiéndole con la mirada que no se fuera, cosa que segundos después no hizo caso y se escapó dejando oír una risa sonora. 

—Bueno cariño, escuchen a Donna en todo momento así no se llegan a lastimar.— Le dijo a su hija que asintió en respuesta para así salir de la habitación.

Niñas me las van a pagar.— Pensó la peliblanca en su mente viendo de reojo a su señora que seguía raspando la pintura de la pared, le llegó un idea a la cabeza de algo que había hablado con Donna ya hace tiempo atrás, y de algo que había sucedido entre Alcina y ella. 

La sangre entre guardiana y duquesa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora