ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔙ℑ.

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—Pandora...—

Como si las mismas palabras de un ángel hubiera hecho que reviviera un ser casi muerto, hizo que el corazón de la menor empezara a latir un poco más que antes. Que andaba muy lento y despacio casi parándose a veces.

Los labios de más chica de todos en la habitación se movieron en un pequeño susurró, cosa que hizo que la mujer que la estaba cargando se acercara más a su boca para escuchar bien.

—Aci...— El corazón de la vampira se revolcó de la felicidad de saber que su Pandora seguía un poco consiente al menos.

—Estoy aquí mi amor, estoy aquí.— Le avisó apagándose más ella, aunque su piel fuera fría por naturaleza, lograba calentar a la menor de alguna forma. Se acercaron al fuego para pudiera recibir calor.

—Karl, trae a Rosana y a las niñas.— Le ordenó y este sin querer pelear tuvo que acceder a la orden de la matriarca e ir a buscar a las nombradas. La matriarca le sacó las prendas que vestía porque sentía éstas más frías que el cuerpo de la pequeña para posteriormente dejarla en ropa interior, tomó una de las mantas que tenía en su cama para acostarla en el suelo mientras la envolvía en ella para que le diera el doble de calor con el fuego al lado. Se fué a la otra habitación a buscar una prenda nueva para ponerle. 

Empezó a escucharla hablar y llamarla a ella para que volviera, aunque estuviera hablando en voz baja la mujer lograba escucharla a la perfección. Ya voy mi amor, ya voy espera un poco.— Esta situación de que la esté llamando le recordó a la mañana siguiente de cuando ella llegó al castillo.

Luego de unos minutos llegó al lado de la menor y notó que estaba abrazando a una almohada, ¿de dónde la habrá sacado? Nadie lo sabe.

—Aci... Aci...— Susurró abrazándose más a la almohada, la mayor estando preocupada tenía más que nada contener la risa, su tigresa la preocupada y ahora la cambia por una almohada.

—¿Ahora prefieres más a la almohada que a mí? Eso me hace doler.— Injurio de broma, logrado que la guardiana girase la cabeza y abriera apenas los ojos mirándola.

—Aci... Aci...— Dejó la almohada para estirar sus brazos ahora a la mayor para que la abrazara.

—Jeje, sos toda una tremenda, ¿lo sabías? Primero intentas reemplazarme y ahora me buscas, sos todo un caso jovencita.— Soltó una risa por lo bajo para sentarse al lado de la otra y tomarla en brazos para comenzar a ponerle la ropa. La guardiana se dejaba hacer, no le estaba importando mucho, ¿tendría que bañarse después? Si, pero primero hay que mantenerla caliente para que el agua caliente no le afecte tanto. —Ya estas...— Cuando se iba a levantar para acercar su silla al fuego, la de los ojos azules fue más rápida y se acostó encima de sus pierna impendiéndole que se levante. —¿No tienes ganas que me levante?— Negó la cabeza la guardiana. —¿Quieres que me quedé contigo y no me vaya?— Apoyó una mano en su cabeza para empezar a acariciársela cuando ella asintió. Está muy dependiente, debe ser porque está muy enferma con ese tal "resfriado" que más que nada parece una gripe.— Lo analizó pensando, tomándola en brazos y tomando también la manta para taparla. Cuando cerró los ojos, la mayor miró de reojo para el sofá y se levantó con la joven en sus brazos rápidamente, para poder sentarse en su sofá.

Siguió con las caricias cuando sintió la mano de su amada sobre la suya pidiendo más mimos. —Estas muy mimosa que otras veces.— Comentó en voz baja siguiendo con las caricias.

—Aci... Aci buena...— Una sonrisa no pudo contenerse en sus labios, siempre le había gustado ese apodo que la menor le había puesto hace años, aunque ahora lo diga por estar enferma.

La sangre entre guardiana y duquesa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora