Uno: El encuentro

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Jeff, mamá tuvo que salir temprano. Te he dejado la comida lista en el microondas, solo calientalo y disfrútalo, mamá preparo la comida favorita de su tesorito, es asado de res, ¡Tu favorito! Mamá conoce bien a su niño, ¿Verdad?, que lo disfrutes mi corazón. Con amor tu madre.

Atte: Mamá.

Jeff leía la nota en su mano, nota que segundos antes estaba pegada en la puerta de la refrigeradora. Lo leía con una pequeña sonrisa, por el cursi apodo de su madre esto siempre le causaba ese gesto. Dobló la nota con cuidado para luego guardarla en su bolsillo, acto seguido prendió el microondas y calentó su comida. Esa era otra tarde más donde almorzaria solo, ya estaba algo acostumbrado.

El sonido de que la comida ya estaba lista se presentó, el pelinegro abrió la puerta del artefacto sacando con sumo cuidado el plato que contenía su amado asado de res. El humo del calor y el olor de la res fueron presenciadas por él. Colocó si plato sobre la isla tomando asiento en una de las bancas, el olor incrementaba más su hambre y con eso llegó el primer bocado.

Disfrutaba el sabor, su madre era una gran cocinera, pero no era tan buena como alguna vez lo fue su padre. El recuerdo del hombre lograba en él que la nostalgia solo apareciera. Realmente extrañaba a su papá. Siguió comiendo, disfrutando un poco más el sabor del asado.

Cuando ya había terminado de comer y con ello también su lamento, solo por ese momento, se levantó de la silla dispuesto a lavar su plato. Termino y seco los trastes guardando los en sus lugares.

- Que sábado tan aburrido. - dijo él suspirando por el aburrimiento, era fin de semana, pero no había nada que hacer, sus tareas ya estaban listas y sus amigos más cercanos estaban ocupados, no contaba con la compañía de ellos para ese momento.

Salió de la cocina y tomo camino a la segunda planta, destino su alcoba, quizás dormiría hasta que su madre llegará o tal vez leería algo para matar el sábado.

La puerta blanca de su habitación era abierta, adentrándose en ella, su alcoba no era tan llamativa, era simple y calmado, tenía pintadas las paredes de un gris perla, su piso era de un laminado de madera, que lograba tener un aspecto elegante. Aún lado del espacio estaba su cama elevada con tres escalones al rincón de la cabecera para poder llegar a ella, al lado una puerta para su closet. Al frente de ella en la otra pared su escritorio de estudio, era una mesa blanca de vidrio y su computadora sobre ella, como decoración un pequeño captus. También tenía una gran repisa llena de puros libros. Pero el hambiente que más llamaba la atención era esa pared ancha y larga que era usada como un banco, sobre ella estaba una colchoneta blanca con cojines a juego a la de su cama. Todo esa era acompañada de la gran venta y persianas. Jeff decidió pasar su sábado en ese lugar, quizás mirar a través de su ventana ayudaría a no aburrirse. Las pantuflas negras dejadas en el suelo y sus pies abrazadas por la suavidad. Jeff se sentó ahí viendo a los niños jugar en su bicicleta, observando como algunas madres platicaban entre ellas, diría que el ambiente afuera estaba bien. El sol tan llamativo alumbrando aún la tarde y las risas de los niños de alrededor eran algo que rescataría Jeff, la calle era acogedora.

Oye Phi ¿Me lees un cuento?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora