Cinco

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- ¿Qué será? - Jeff camina de un lado hacia otro, su cuarto estaba en silencio y la luz de noche era la única iluminando sus pasos - ¿Qué es ese ruido? - el quejido y el golpetear en su casa lo asustaba, nunca había pasado algo así, nunca había es...

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- ¿Qué será? - Jeff camina de un lado hacia otro, su cuarto estaba en silencio y la luz de noche era la única iluminando sus pasos - ¿Qué es ese ruido? - el quejido y el golpetear en su casa lo asustaba, nunca había pasado algo así, nunca había escuchado esos ruidos por su casa, no era su madre, lo sabía bien ella estaba trabajando y su cuarto estaba vacío.

Otro golpe se escuchó.

No creía en fantasmas y mucho menos de que exista alguien tan tonto para entrar a su casa, quizás sea JJ o Perth asustandolo, quizás solo era su imaginación.

Sujetó una silla entre sus manos y camino afuera de su cuarto, sus pies en punta caminando hasta el cuarto de madre.

Nada, como el creía ella no estaba.

Libero el aire y eliminaba la tensión de su cuerpo, todo era su imaginación.

Otro ruido más apareció y el quejido débil de alguien se oyó. Estaba en el patio trasero, ¿Qué debía hacer?

Sus pies bajaron con mucho cuidado, sus manos temblaban y su cuerpo se ocultaba detrás de la madera.

La perilla era fría y el toque era doloroso, el TIC TAC del reloj lo ponía nervioso y la puerta por fin siendo abierta lo traumaba, lo estaba haciendo, ya fue su fin, se estaba entregando fácil al peligro que asechaba su jardín.

- Mami... - se oía la voz débil proveniente detrás de un arbusto y el llanto que luego de las palabras se escapaba, lo confundían era acaso el ladrón una persona que lloraba luego de entrar a la casa de un desconocido. - Mami... Tengo miedo...

Sus pies descalzos y los nervios saliendo a flote no podían más, necesitaba enfrentarlo, quizás saber si el ladrón se encontraba bien o si todo era una farsa, camino agil sin importarle el peligro, acercándose al arbusto donde el llanto era cada vez más escaso y los susurros más bajos, la silla aún lo acompañaba y era precaución.

Se asomó al lado de las hojas verdes, encontrándose una pequeña bola en el suelo, solo la luna como linterna y su corazón latiendo como los deportistas luego de terminar una carrera. ¿Una bola pequeña? Qué era esto.

La silla fue liberada de su agarre agresivo y de sus dedos temblorosos, sus ojos solo observaban la cabellera castaña temblando y murmurando bajo, - Niño... - llamo, no recordaba su nombre pues solo fue una vez luego de cuatro días que había hablado con él, si es que solo observarlo por el reflejo de su ventana se refiere hablar. - Niño... - volvía a decir, su mano tocaba lento su hombro, su tacto sintió el cuerpo temblar y como su llanto aparecía.

- L-Lo siento... - decía y ocultaba más sus rodillas, Jeff estaba preocupado y extrañado por el comportamiento, su mano solo regreso a su cuerpo ocultandolo en su espalda. - No quise entrar... No me lastimes.

- Todo esta bien, no te haré daño - formó, alejándose unos centímetros atrás, no quería asustarlo, tampoco quería que llorará otra vez. - ¿Qué haces tan tarde fuera de casa? - optó por preguntar, su mirada seguía en la cabellera y observando las olas pálidas y secas por toda su cabeza enredadas en cada mechón castaño.

Oye Phi ¿Me lees un cuento?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora