Su mano protegía con mucho cuidado y delicadeza los pequeños pedazos del diminuto cuerpo de su hoja naranja de otoño, tan estropeada, tan destruida y sin felicidad, oculta en la oscuridad de su bolsillo, sintiendo los últimos suspiros de vida con el pecíolo marrón hincar contra su palma.Las leves cosquillas del movimiento marrón le daban la nostalgia y alegría al saber que ella aún quería permanecer con él. Sintiendo su larga agonía para vivir, igual que él.
Su bonita y escasa hoja naranja de otoño seguía acompañándolo a pesar de ser hijo de su abusador, su padre. Siendo el también víctima de él.
Clap, clap
Pasos apresurados se podían oír, el sonido del golpe de los zapatos contra la vieja madera eran un poco caótico. Era fácil de adivinar como los pasos tomaban rumbos tan distintos, de un lado al otro, tan rápido, tan torpe y algo molesto.
Sus ojos se cerraron con fuerza ante el choque ocasionado por algo grande caer contra el suelo, el ruido lo había tomado de sorpresa y había conseguido un brinco de su parte.
Apartó la mirada de la tan vieja madera marrón, abriendo sus ojos y encontrando la ventana, igual de vieja y quebrada, sus manos brillaban, la luz lunar entraba besando su cuerpo de manera dulce. La iluminación era débil, pero aún podía sentirla cubrirlo con su gran manto platinado, abrazando y brindándole cariño.
La calidez que de ella sentía traía a su cabeza recuerdos no tan viejos, traía a sus brazos unas manos no tan familiares agarrándolo con sutilidad y miedo, era como si esas manos tuvieran miedo de lastimarlo, esas mismas manos que despeinaban su cabello con encantó y que también curaron sus heridas con cuidado.
El dueño de las primeras caricias verdaderas a su corazón era Jeff.
Su vecino.
Sus manos se tentaban por presionar su brazo, forzando al roce nunca irse. El recuerdo de una mano tratarlo con cariño era lo que tanto añoraba.
El alboroto del pasillo lo obligaría a regresar su mirada, sus brazos estirados a sus lados, hallaba otra vez los tonos oscuros y café, una combinación tan perfecta y disparejo, era un tono poco visto, pero bonitos a la vista de uno. Pellizco la piel de su mano entre sus dedos al volver a oír a su padre, escuchar su voz ronca y brusca, le realizaba un gran pánico, su cuerpo temblar ante los golpes que dejaban sus palmas contra la pared. Lo asustaban.
El sentimiento era apagado y agotado.
Su piel estaba roja, presionar la carne entre sus uñas no había sido una gran idea; solución para calmar sus nervios, pero el suspiro de alivio que poco después liberaba era reconfortante, la brusquedad del pasadizo desaparecía de a poco, de igual manera ya no se oía más los golpes y tampoco la voz áspera de su padre rozar su pabellón, podía sentir en la noche como su corazón volvía a regresar a su pecho al leve ruido del cerrojo de una puerta ser cerrada.
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Oye Phi ¿Me lees un cuento?
FanficBarcode se muda de casa, nuevo lugar, nuevos amigos y nuevos problemas. El solo es un inocente e inofensivo niño de solo ocho años, víctima de maltrato por parte de su padre, abandonado de madre, pero ante su mudanza a la nueva calle conocerá a su v...