Náuseas

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La universidad no era fácil, clases, trabajos, tarea, pocas horas de sueño y a veces la constante pregunta: ¿de verdad me quiero dedicar a esto los siguientes años de mi vida hasta jubilarme o morir?

Para Pip esa pregunta era fácil de contestar: SÍ.

Pip amaba las letras, los libros, la escritura, si alguien hubiese inventado el perfume con aroma a libro nuevo, Pip se hubiera gastado hasta el último centavo que no tenía en una sola gota. Su futuro, tal como él lo había visto hasta ese momento estaba en los libros, quería escribir, crear mundos y conocer a cada una de esas personas a las que sus escritos llegaron. Llámenlo iluso, pero ese era su sueño.

Estaba en su habitación, una modesta pero acogedora que compartía con Pocket, escribía uno de aquellos cansados trabajos que, aunque involucraban un grupo de cinco, dos eran los realmente hacían todo, cuando sintió que su cabeza daba vueltas.

Náuseas, no era ajeno a ellas. Después de todo gracias a ellas fue que había decidido hacerse la prueba, pero las que antes eran fugaces situaciones, esta vez vinieron fuerza.

Había dado un par de pasos en dirección al baño, cuando la sensación arremetió con fuerza, sin tiempo agarró lo primero que encontró en la habitación y vació todo el contenido de su estómago. No era mucho, por suerte, pero...

– Mierda...

Era la mochila de Pocket.

–0–0–0–0–0–

–Ya he dicho que lo sentía–dijo Pip mientras caminaba por el pasillo, su amigo iba a su lado y no se veía de buen humor–. Fue un accidente.

Pocket rodó los ojos.

–Phillip, sabes muy bien que no estoy molesto por eso.

Pip bajó la voz, el pasillo comenzaba a llenarse a medida que las clases iniciaban.

–No se lo voy a decir a Damien.

Pocket fingió no haberlo escuchado y siguió su camino, ignorar a Pip era fácil cuando se era de otra carrera.

–¡No puedes ignorarme por siempre! –gritó Pip ganándose miradas curiosas de otros estudiantes.

Durante las dos horas siguientes, Pip se la pasó maldiciendo a Pocket en silencio, ¿por qué era tan difícil? No pedía mucho, solo quería que lo apoyen con su decisión. Había decidido tener el bebé, de eso no había duda, pero Damien estaba totalmente fuera de la imagen. Su plan era simple, tenía que finalizar ese semestre, terminaría con Damien y se mudaría a un lugar lejano para criar al niño o niña. Se oía simple, sin embargo...

–¿Pip, donde has estado? –Damien lo esperaba afuera del salón, con ojos preocupados–. No me respondías los mensajes desde ayer y Pocket....

–¡¿Qué dijo Pocket?! –lo interrumpió.

El anticristo lo miró extrañado.

–Nada...él tampoco me respondió – Damien intentó tomarlo de la mano, Pip no pudo evitar dar un paso hacia atrás–¿Está todo bien?

Los ojos dolidos de Damien le devolvieron la mirada.

–¿Hice algo mal?

Pip sintió una presión en el pecho, hace mucho tiempo se había dado cuenta que Damien no era un experto en relaciones humanas, a identificar sentimientos y a saber cuando se ha sobrepasado un límite. La comunicación había sido la clave y ahora él lo estaba echando todo a la basura. Se sentía como el peor ser humano de la tierra.

–No...–comenzó, entonces volvió a sentir que el mundo daba vueltas. –Debo irme...

Avanzó entre la multitud, escuchó a Damien llamarlo e incluso seguirlo, pero Pip supo moverse entre la marea de personas, hasta el baño. Ahí inclinado y sintiendo el ardor subir por la garganta entendió que no podía seguir así.

No tenía tiempo, debía desaparecer.

Mpreg  [DIP] [SOUTH PARK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora