Ultrasonido

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Fuera del motel había un auto esperando por ellos.

–¿Te gusta? –preguntó Damien al ver a Pip mirándolo fijamente.

El inglés ladeó la cabeza. No sabía de autos, pero hasta alguien tan ignorante como él podía darse cuenta de que ese pequeño auto rojo brillante valía más que el minidepartamento que alquilaba con Pocket. Damien siempre se extralimitaba con los gastos.

–No me digas que lo compraste.

Damien se encogió de hombros y fue a abrir la puerta para Pip.

–Lo alquilé, no pensaras que iría a buscarte a pie.

Ante las palabras la culpa invadió a Phillip. No por el auto lujoso de alquiler, sino porque ahora tras la impresión y el llanto podía ver bien a Damien. El pobre parecía no haber dormido en los últimos días, el anticristo siempre había sido de tez blanca pero ahora se veía pálido como un fantasma, además estaban las ojeras y la notable pérdida de peso.

Damien llevaba manejando unos cuantos minutos, cuando Pip volvió a gimotear.

Sin querer apartar la vista de la carretera, Damien lo vio de reojo.

–¿Qué ocurre? ¿Estas bien?

–No...–sollozó el rubio tratando de parar el llanto con sus manos.

Damien sin detenerse le pasó un pañuelo.

–Todo está bien, calma, calma. ¿Tienes frío? ¿Te enciendo una llama?

Pip negó entre lágrimas.

–Te hice daño...

Damien buscaba donde orillarse, pero la carretera no hacía más que continuar.

––Ya pasó, Phillip.

–Estas muy delgado...

Damien no supo cómo responder a eso.

–¿Gracias?

El rubio frunció el ceño y le dio un leve golpe en el hombro.

–Ya, ya. Prometo ir al McDonalds todos los días.

Pip le dio otro golpe.

–No es divertido, Damien–dijo, pero se notaba más tranquilo, después de unos segundos tomó aire, más calmado se acomodó en el asiento y giró hacia la ventana. Damien había girado hacia otro pueblo, desde el vidrio podía ver las casas y pequeñas tiendas, entonces pasaron por una farmacia un pensamiento cruzó por su mente – Nos puse en peligro, a mí y al bebé.

–Calma, Phillip–el anticristo estiró la mano hasta la rodilla contraria y la apretó–. El bebé está bien

Pip suspiró intentando relajarse, Damien volvió a prestar atención al camino, pero las dudas rondaban al inglés.

–¿Cómo lo sabes?

–Porque... ¿tiene mis genes?

Pip se sonó la nariz con el pañuelo, pero logró sonreír.

–Eres un tonto.

Damien ladeó la cabeza con una sonrisa.

Unos minutos después Damien detuvo el auto. Pip confundido miró hacia la calle,

–¿Una clínica? –preguntó, pero el anticristo ya había salido del auto y se disponía a abrirle la puerta–. Damien... ¿qué hacemos aquí?

–Vamos a comprobar.

–¿A-a el bebé?

–Y a ti.

El consultorio olía a desinfectante y sentía frío. En las paredes había murales hechos de fotos de bebés que según decía un cartel habían sido traídos al mundo por el doctor que los iba a atender.

Mientras, Pip esperaba sentado en la silla, Damien se detuvo a mirar aquellas fotografías. Bebés muy lindos con mejillas sonrojadas y sonriendo sin dientes, un extraño sentimiento se apoderó del pecho del anticristo y por unos segundos sintió que el aire escaseaba en la habitación. Entonces, entró el doctor.

Pip tembló ante el contacto de aquel líquido sobre su vientre, nunca se había sentido tan nervioso, Damien como leyendo su mente agarró su mano izquierda entre la suya. Ambos expectantes a la pantalla negra. De un momento a otro, apareció una imagen seguida de un sonido inconfundible.

–Se ve sano. Tiene un latido muy fuerte ¿verdad? –dijo el doctor y sonrió mirando a ambos padres– ¿señor? –preguntó al ver que Damien le daba la espalda.

Pip escuchó como se sorbía la nariz.

–Damien, querido ¿estás bien?

–No pasa nada–respondió éste aún de espaldas a ambos, cuando giró tenía el rostro rojo y los ojos vidriosos –. Su consultorio tiene goteras.

Pip soltó una carcajada y estiró su mano para atraerlo en un abrazo. Se sentía el ser humano más feliz del planeta. 

Mpreg  [DIP] [SOUTH PARK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora