Antojos

1.6K 138 38
                                    

Pip nunca pensó que las naranjas serían su perdición. Estaba mirándolas, tan redondas y apetitosas, preguntándose si estaría bien gastar otros dólares más en ella. Sabía que en la habitación del motel en el que se estaba quedando en el último mes, tras huir como un ladrón a mitad de la noche dejando tras sí solo una nota, le quedaba apenas algo de pan y mantequilla.

Las náuseas y vómitos habían remitido de manera considerable, pero aún había momentos en que no podía pasar cerca de puestos de comida de la calle sin sentir que el olor a fritura le pegara en el estómago. Había conseguido trabajo en el mismo motel en el que se hospedaba, limpiando cuartos y arreglando camas, necesitaba ahorrar para su primer chequeo.

Pero las naranjas...

Bueno, un par no haría daño.

Terminó comprando treinta, casi ocho kilos.

Mientras volvía del mercado, no pudo evitar bostezar, últimamente se cansaba bastante rápido. Al llegar al hotel suspiró con pesadez, el lugar no era el mejor, por las noches las parejas excitadas no lo dejaban dormir y por el día pasaba horas tallando pisos de manchas sospechosas y cargando cubos de agua, la espalda lo mataba. Tampoco podía quedarse mucho tiempo ahí, no sabía si Damien lo estaría buscando, pero lo mejor era no correr con el riesgo.

- La habitación 522-dijo la encargada al verlo llegar-. Ayer trajeron un niño, los viajes por carretera no son lo suyo, limpia el vómito.

Le lanzó la llave.

Pip la agarró y tras dejar sus compras en su habitación, fue a hacer su trabajo.

El olor hizo el trabajo difícil, iba por el tercer cubo de agua cuando la puerta se abrió.

-Ya casi termino-dijo sin girarse mientras seguía pasando la escobilla sobre la alfombra.

-¿Pip?

Esa voz...

El rubio giró la cabeza, esperando que sus sentidos le estuvieran jugando una mala broma, pero no. Ahí en la puerta de ese decrépito motel estaba Damien Thorn, el anticristo y padre de su bebé.

-¿C-cómo...? -las palabras murieron en su boca a la vez que sus manos temblaban.

Damien rio sin gracia.

-¿Qué cómo te encontré? -entró al cuarto, desde el piso donde aún se encontraba, Pip sintió pánico-. No fue fácil.

Ante la ausencia de palabras de parte del rubio, Damien siguió hablando.

-¿Pensaste que no te buscaría luego de la estúpida nota que dejaste?

Con torpeza, Pip se levantó.

-Yo...no quería...

Pero Damien ya había sacado una hoja de papel que traía en el bolsillo, comenzó a leer:

-Damien, lamentó tener que decirlo por este medio, pero no me siento cómodo a tu lado, intenté que la relación funcionase, pero no creo que vaya a pasar. Me gusta ser tu amigo, esto es todo lo que puedo ofrecerte, por ahora quiero estar solo. Quizás simplemente este no es el momento para tener pareja, tomaré unas breves vacaciones, por favor, no me busques. Afectuosamente, Phillip Pirrup.

Al terminar de leerlo, Damien le lanzó una mirada iracunda.

-No tienes idea de lo que me hizo sentir.

Pip sintió que acababan de tirarle una bofetada.

-Lo sient...

Pero Damien no había terminado.

-Pensé, bueno, quizá Pip tiene razón y aceleré las cosas cuando lo besé en la fiesta de año nuevo de hace unos meses, quizá debí invitarlo a salir antes o ¿hablarlo?... -Damien tomó aire para seguir-. Entonces, pensé, ¿por qué Pip haría esto? ¿Por qué no terminar de forma apropiada? Digo...eres la clase de chico que prefiere tejer una bufanda con las iniciales bordadas que ir a comprarla en una tienda común y corriente. Ni en tus peores momentos harías algo tan bajo y poco personal que dejar una nota y salir huyendo.

Pip se mordió los labios.

-Intenté llamarte, obviamente me bloqueaste, pero Pocket sí me contestó...

Miró en dirección a Pip, buscando acorralarlo con su mirada, este respondió el gesto con algo de incertidumbre y escozor en los ojos.

-¿Es verdad? -preguntó finalmente el anticristo con una mirada hacia el vientre de Pip.

Con lágrimas rodando por sus mejillas, él asintió.

Damien no tardó en abrazarlo.

Y Pip, soltando todo el peso que había llevado hasta ese entonces sobre sus hombros, lo rodeó.

Se habían extrañado tanto.

-Estaba tan molesto...-susurró Damien sin apartarse- y preocupado...¿Cómo llegaste a pensar que yo...?

-Lo lamento...-sollozó Pip-. No debí dudar...es solo que...

-Está bien, Phillip-le alzó el rostro y limpió sus lágrimas, no quería verlo así nunca más- Sé que tu hermana fue una perra.

-Pero tú eres diferente-dijo recordando las palabras de Pocket como un eco-. Damien, lo lamento tanto.

-No te preocupes- le ofreció un pañuelo con una sonrisa-. Suénate la nariz, vamos a casa, Pocket también está preocupado.

-Hice todo un drama ¿verdad?

-No tienes idea, incluso mi padre quiere saber de su nieto.

Pip sonrió.

-Te quiero.

Damien acostumbrado a ocultar sus emociones, susurró un pequeño:

-También.

-0-0-0-0-

Pip no olvidó llevar consigo todas sus naranjas, Damien rio al verlo.

-Sabes que así fue como te encontré ¿verdad?

Pip lo miró confundido.

Damien volvió a sonreír.

-En el mercado nadie pudo olvidar al jovencito rubio y de ojos azules que compró casi ocho kilos de naranja. Me indicaron por donde te fuiste, el único camino hacia el motel.

Mpreg  [DIP] [SOUTH PARK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora