Prueba de embarazo

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Pip sintió que estaba a punto de desmayarse. Sentado sobre el retrete vio con terror aquello que tenía en la mano, una prueba de embarazo con dos rayitas.

Afuera tocaron la puerta del pequeño cubículo.

–¿Phillip te encuentras bien? – preguntó la inconfundible voz chillona de su amigo Pocket.

Blanco como el papel, Pip abrió con la prueba en la mano.

– Positivo –susurró.

–¡Santo Cielo!

Pip comenzó a llorar y Pocket tuvo que sostenerlo para que no terminase en el piso.

–Tranquilo, amigo–intentó tranquilizarlo–. Todo va a estar bien.

En sus brazos, el chico comenzó a negar.

–Tengo dieciocho...nada va a estar bien, apenas soy un adulto, ni siquiera tengo familia...

Pocket le acarició la espalda en un intento vano de reconfortarlo.

–Vas a estar bien.

Pip sollozó más en sus brazos.

–Tendré que dejar la universidad...mi beca...

A pesar del llanto, Pocket entendió que su amigo ya había planeado seguir con su embarazo.

–Todos te vamos a apoyar, no estarás solo, Damien también estará contigo.

Pip ahogó una exclamación.

–Por Dios, Damien me va a odiar...

–Él jamás haría eso, te quiere mucho.

Pocket intentó ponerlo de pie, pero solo consiguió recostarlo contra la pared, daba gracias a Dios por la hora, era tarde y la mayoría de las clases ya habían terminado, el campus estaba casi vacío.

–Damien odia a los niños y también tiene dieciocho... ¡por Dios! ¿Qué fue lo que hicimos? Nunca pensé que yo podría... Dios, no, no, no, todo está mal...

–Calma, Phillip.

–No, no, tú no lo entiendes.

Pocket respiró.

–Entonces, dímelo.

–Damien no puede con los niños, los detesta...

–Pero Phillip esto es muy diferente, se trata de ti.

–Precisamente porque se trata de mí, me va a odiar.

–Te estás adelantando a los hechos, estoy seguro de que cuando lo sepa...

–¡No! –Pip se levantó como un resorte–No puede saberlo.

Pocket quedó atónito.

–¿D-de qué estás hablando? –intentó razonar con el otro– No puedes hacer eso, es el padre tiene derecho a saberlo.

Pip negó con fuerza.

–Lo conozco me odiará y a él–bajo la vista hacia su vientre aun plano–. No permitiré que eso pase.

Pocket se cruzó de brazos.

–¿Y qué planeas hacer? ¿Huir y que él no sepa que tiene un hijo?

Pip dudó unos segundos, pero finalmente respondió:

–Si es necesario.

Otra vez, Pocket quedó sin palabras.

–Recuerdas que es el anticristo ¿verdad?

Pip asintió.

–Eso no cambia nada.

–Por Dios, Pip, lo cambia todo, no puedes huir.

–Sé que hacer para que no me vaya detrás de mí.

–¿Entiendes lo que dices?

–Entiendo que no quiero que mi bebé tenga un padre que lo odia, y yo tampoco quiero pasar por su desprecio–apretó sus puños con fuerza–. Sé lo que es que tu familia te odie.

–Por Dios, Pip–Pocket lo entendía, pero esto era demasiado–. Damien no es tu hermana.

Pocket, tenía razón Damien no era su hermana. Su hermana había sido cruel, malvada y abusiva, no pestañeó cuando lo mandó lejos ni cuando lo golpeaba con leños de madera, tampoco cuando le decía inútil y que le había arruinado la vida, no, Damien era distinto, testarudo, enojón y algo infantil, pero era un romántico, aunque él mismo lo negase, se preocupaba por él y no le importaba comer galletas quemadas si él las había hecho, solo quería verlo feliz, era tan cálido. Y por lo mismo, cuando lo abandonase a él y a su hijo le iba a doler mil veces más

–Es mi decisión–lo miró a los ojos, las lágrimas se habían esfumado y ahora sus ojos brillaban con determinación–. Por favor, respétala y no digas nada.

Pocket iba a hablar, iba a decir mucho, pero Pip, tras tirar la prueba al bote de basura, salió sin mirar atrás. 

Mpreg  [DIP] [SOUTH PARK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora