Miedos

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Luego de la rápida visita a la clínica habían seguido su camino hasta el departamento que Pip y Pocket compartían.

–Pocket estará feliz de verte. Se preocupó mucho cuando desapareciste, aunque luego te insultó mucho.

Ya puedo imaginarlo

Damien le abrió la puerta y le ayudó a sacar sus cosas.

Yo puedo llevarlo

Tienes prohibido cargar peso por los próximos meses.

–El doctor dijo que no había peligro–se quejó Pip.

–¿Y quieres correr el riesgo?

Pip frunció el ceño, pero dejo que llevase su bolsa llena de naranjas hasta el cuarto.

Como era de esperarse Pocket lo recibió con los brazos abiertos, pero con muchos regaños.

–Lo sé, sé que me lo dijiste–dijo Pip luego de que Pocket le diera todo un discurso sobre porque lo que hizo fue irresponsable.

–Es que eres testarudo, peor que un niño.

–Phillip ya prometió no volver a huir–interrumpió Damien.

–Más le vale–Pocket abrazo a Pip, esta vez feliz de volverlo a ver, cuando se separó notó la bolsa que habían traído–¿Y por qué las naranjas?

–A Phillip le dio antojos.

–No pude evitarlo huelen delicioso.

A su lado, Damien sonrió y le apretó la mano. Pip había correspondido al gesto. Pocket queriendo darles privacidad fue a hacer algo de té.

Damien jugaba con los dedos de Phillip, sintiendo su piel, era tersa, pero no suave, en especial debido a las últimas semanas donde había trabajado limpiando pisos, pero él se encargaría de cuidar de él.

–Creo que cuando devuelva el auto pensaran que le puse algún ambientador–dijo Damien pensando en ir pronto por más naranjas.

Pip se sintió enternecido.

–¿Cuándo debes devolverlo? –preguntó el rubio mientras sentía la palma cálida del anticristo, el chico necesitaba comer más y que le dé el sol por más tiempo.

–No te preocupes por eso–Damien intentó restarle importancia al asunto y siguió acariciando la mano ajena.

Sin embargo, la idea ya había invadido la mente de Pip, así que detuvo sus toques.

–¿Cuándo, Damien?

–¿Hm...hace una semana?

–¡Cielos!

–Tenía cosas más importantes que hacer.

–Debes devolverlo inmediatamente, pueden haber alertado a la policía.

–No creo que ...

En ese momento volvió Pocket, que al parecer había oído parte de la conversación.

–Phillip tiene razón, será mejor que lo devuelvas cuánto antes.

Dmien resopló, no iba a hacerlo, pero el rostro de ambos chicos se les hizo insoportables.

–Ya, ya ahora voy, demonios, son peores que mi padre.

Pip rio ante el comportamiento infantil.

–Si te apresan llámame para ir a sacarte.

–Muy gracioso.

–0–0–0–0–

Damien llegó, no había querido dejarse influenciar por lo que habían dicho Pip y Pocket, pero apenas estacionó sintió que todos en el aparcamiento lo miraban.

Avanzó con cuidado entre los autos, hasta que un llanto irrumpió el ambiente.

Una mujer intentaba tranquilizar a su bebé mientras su pareja metía las maletas en el auto.

Damien se quedó mirando la escena quizás más de lo normal, sus ojos viajaron hasta el pequeño ser humano que de tanto llorar se había puesto rojo, entonces notó una pequeña silla en el asiento trasero al que su madre intentaba sentarlo.

–¿Para qué es esa sillita? – preguntó él casi de forma de automática

La mujer se rio con el bebé aún en brazos.

–Es una silla para el bebé

Damien ladeó el rostro

–¿Por qué necesita una silla? ¿No sería más fácil cargarlo?

–Oh cielos no–, dijo ella mientras mecía al bebé logrando que poco a poco su llanto disminuyese –, los niños son tan delicados, en un accidente la fuerza del choque haría que el pobre saliera volando de mis brazos.

Damien pareció sorprendido y debía de estarlo porque al verlo la mujer continuó hablando.

–¿Son cositas muy frágiles verdad?

Esa palabra confundió aún más al anticristo.

–¿Qué tan frágiles son? ¿No creo que sean como un gato, pero serían cómo un perro? ¿O es peor que cuidar un pez?

La mujer rio ante tal extraña comparación.

–Son peores que los peces, mil cosas pueden salir mal, no tienes idea de la cantidad de errores que cometí con mi primer hijo. Casi se electrocuta con un cable que olvidamos esconder, además resultó que era alérgico a las fresas y no lo supimos hasta que casi se nos asfixia.

Damien sintió un escalofrío en la espalda. No había pensado hasta ese entonces todos los cuidados que un bebé requería. Sabía que necesitaban atención... ¿pero tanta? ¿Silla para el auto? Él jamás había necesitado de una, ni siquiera recordaba si alguien había cuidado que no gateara hacia los tomacorrientes o que le prohibiese comer fresas en sus primeros meses de vida. Dudaba mucho que su padre se encargase de eso. Quizás algún sirviente o demonio... Él no quería eso para su hijo, ¿Phillip sabría cómo? Igual tendría que cuidar al bebé también. ¿Cómo lo haría si no sabía nada de cómo funcionaban los bebés? Había oído algo de pañales ¿debería comprar algunos? ¿O eso era muy pronto? ¿Hay tallas o todos son iguales? Quizá primero debía pensar en la cama del bebé. Se llaman cuna ¿no? ¿Pero dónde la pondría? ¿Las venderían armadas? ¡Y las vacunas! no podía ser como esos idiotas... ¿qué vacunas había que ponerle al bebé? ¿Cómo se cambiaba un pañal? ¿Se usaba talco? ¿Y si cuando lo bañaba lo ahogaba? ¿Y si sin querer mataba a su hijo? Pip lo odiaría y él se odiaría a sí mismo. No, no podría con eso.

–¡Hey! – Lo llamo la mujer que para entonces ya tenía al bebé en la silla–. Todos somos primerizos al inicio.

–¿Qué? –preguntó Damien aun con la mirada perdida hacia la nada.

–Es solo que te ves igual a mi cuando me enteré de mi embarazo–la mujer le sonrió–. Hay muchos libros, videos, doctores con quiénes puedes hablar, incluso tus propios padres. Es normal tener dudas.

Damien asintió muy despacio.

–¿Qué haré cuando crezca?

Ella se encogió de hombros.

–Paso a paso ¿sí? –ella acomodó al niño–. Lo harás bien.

–G-gracias–logró decir Damien un poco más calmado.

–De nada y felicidades. Es un largo camino, pero vale cada segundo.

Ella le sonrió al bebé y este de inmediato comenzó a reír

Damien supo entonces que era verdad, que lo valdría.

Mpreg  [DIP] [SOUTH PARK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora