27 de noviembre
Aquella noche, después de toda la situación fui llevado de nuevo a enfermería, donde una cansada y molesta recoverygirl me esperaba, no hubo tiempo para excusarme aunque hubiera querido, tan solo me ordeno poner mi trasero de nuevo en el catre del que horas antes me había levantado, Kirishima ni siquiera pudo poner resistencia cuando fue atacado con el bastón de la vieja, siendo corrido de la habitación.
Fui liberado por eso de las seis de la tarde, aun con el vendaje en mi cabeza y con instrucciones claras de no quitarlo hasta el día siguiente, ¿Por qué? Ni puta idea, ordenes de la vieja. Una vez que llegué a la puerta de mi habitación me encontré con la persona que menos esperaba.
–hola– saludo Mina apenas me vio llegar. Su cuerpo se veía bien, no tenía ningún golpe o algún vendaje, pude sentir como mi cuerpo perdía un peso de encima, se miraba tan diferente a como recordaba. –hola– le regresé el saludo lo mejor que pude.
–¿cómo estás?– pregunto nerviosa, notando el vendaje que rodeaba mi cabeza -me refiero a tus heridas... – señalo con ademanes.
– bien, estoy bien – respondí, tocando mi cabello con una mano. Un silencio se hizo presente, la incomodidad se instaló en ambos, ninguno sabía que decir, era bastante extraño, al menos viniendo de Mina.
–yo... – comenzó a decir Mina, sus dedos jugaban entre ellos mientras los miraba.
–me quiero disculpar por lo que paso, sé que viste todo, ¡y no quiero que pienses que quiero algo con Kirishima!, ¡estaba desesperada por saber lo que Sero sentía por mí que no pensé en como reaccionarias o que sentiría Kirishima!– su voz sonaba más alarmada con cada paso que daba hacia ella.
–sé que hice mal, lo sé, lo sé, pero por favor no me odies, lo siento, de verdad lo sien-n– tu frase fue cortada cuando te abrace, estabas tan quieta, parecía que aguantabas hasta la respiración.
– está bien Mina, todo está bien – comente tranquilo, separando me para poder ver su rostro, estabas incrédula, podía notarse inclusive cierto miedo en ti.
–pe-pe-pero Sero cree que es tu culpa, y yo, y-yo– lagrimas empiezan a brotar de tus ojos –perdón– murmuraste justo antes de llorar.
–ey, ey– la llamo para que saque la cara de sus manos –está bien, no pasa nada, no estoy molesto, y ya todo está aclarado –comento, pero tu mirada sigue nerviosa.
–y no te odio, ¿entiendes?–
Sorbes de tu nariz y asentiste, lo que me hace sonreír –ya no llores mapache rosado –ríes y escondes su rostro en mi pecho abrazándome, y yo regresándote el gesto.
Así termino ese día.
El sonido constante de nuestras pisadas hace eco en los pasillos, no hay más ruido aparte de este, lo que podrá parecer incomodo, pero no lo es. Caminando con Kirishima aun lado mío, cada uno adentrado en sus pensamientos. Ambos parados frente a la puerta de nuestra habitación, sin abrirla.
–¿quieres pasar?– pregunto Kirishima, señalando su dormitorio con cierto nervosismo. Asentí, lo que dibujo una sonrisa en las comisuras de sus labios, dándome el paso y cerrando la puerta tras de sí. Su cuarto lucía como lo recordaba, con la extraña diferencia de que se encontraba limpio, bueno, limpio si hablamos de Kirisima.
Ambos nos sentamos en la cama, de frente, aunque sin mirarnos, sabia de ante mano que teníamos que hablar, pero ¿Cómo?, si cada que nuestros rostros chocaban, los colores se me subían.
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recuerdos al viento
أدب الهواةkatsuki Bakugo, un chico rudo, exploxivo, mal hablado y terco a más no poder, es amigo de Eijiro kirishima un chico dulce y de sonrisa hermosa. ambos empiezan a tener sentimientos el uno por el otro y bakugo al no saber expresarce decide escribir to...