9. Todos los días de mi vida

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En la calma y privacidad de su habitación, la pareja se abraza, abrumados de recuerdos dulces y sin palabras de por medio, solamente caricias comprensivas

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En la calma y privacidad de su habitación, la pareja se abraza, abrumados de recuerdos dulces y sin palabras de por medio, solamente caricias comprensivas.

—¿Sabes qué día es hoy? —pregunta Gun, haciendo círculos en el pecho de su esposo.
—¿Veinticuatro? —Bromea él, recibiendo un ligero empujón en el hombro—. Yah, claro que lo sé cariño. —entrelaza sus dedos, sintiendo en el roce los anillos en Gun, uno de juguete (que increíblemente aún le queda) y una argolla de matrimonio—. Hoy es nuestro aniversario, quince años desde que te pedí que fueras mi novio. Y uno más desde tu declaración.

—Los mejores de mi vida.

Se besan, en calma y silencio únicamente interrumpidos por los suaves chasquidos de sus labios o el sonido de la fricción de sus manos contra su ropa. Caricias sutiles pero certeras, suaves y cargadas de sentimientos que no son capaces de expresar con palabras. El tiempo parecía no pasar sobre ellos, sobre sus corazones y la devoción en su relación a pesar de todo; de la distancia, un embarazo, separados, las discusiones, las dificultades o las pérdidas, eran uno solo y siempre lo serían.

—Te amo, Gun...

—Y yo a ti, Off...

La camiseta del menor es tirada hacia arriba por las manos de su esposo, sin interrumpir sus miradas pero si sus labios —no por mucho tiempo antes de besarse de nuevo—. Profundizan, recorre con sus dedos el firme pecho de su marido interrumpida su piel solamente por una cicatriz muy cerca de su corazón, justo ahí donde recibió un disparo en sus días en campo.

Gun recuerda con lágrimas la escena de su esposo entubado, conectado a mil máquinas y con la vida pendiendo de un hilo. Pero luchó hasta el cansancio y ahora están ahí, años después, con una maravillosa familia y amándose como si fuese el último día.

Antes de que Gun desate su delantal, las firmes manos de su esposo tocan las suyas —fuertes por el trabajo diario al reparar cosas de la casa y cargar a sus hijos, pero suaves cuando los acaricia o toca a su esposo— y las detiene.

Off susurra contra sus labios, con una sonrisa ladeada.

—Déjatelo, me fascina como te ves. —Así, entre besos y caricias, pestañas caídas y susurros dulces se fueron desvistiendo, lentamente, sin ningún tipo de apuro, solo sintiendo a fondo y quedando únicamente el delantal rosa sobre la desnuda figura de Gun, quien sin miedos, sin vergüenzas y totalmente entregado en alma y cuerpo al hombre de su vida, suspira enamorado—. Eres tan hermoso... —le susurra Off, mirándolo con devoción de pies a cabeza—. Dios, ven aquí.

Le muerde los labios, le sostiene con fuerza la cadera y se funden en un beso tan pasional, tan ardiente como la primera vez que hicieron el amor, en una cabaña antes de partir Off a la academia, como en ese reencuentro lleno de recuerdos, anécdotas y sentimientos callados, que dio como fruto el primer embarazo de Gun, o como cuando consumaron su matrimonio... y... jamás se cansan, jamás se pierden.

Gun echa atrás la cabeza presa del placer que lo ataca cuando su esposo le besa el pecho, totalmente sumido en complacer al hombre en su regazo, regalándole exquisitos espasmos producto del movimiento hábil en su miembro bajo la prenda. Impulsa sus caderas buscando ampliar el contacto y siente el frío viscoso del lubricante en su entrada. No tiene miedo, no tiene nada que temer en manos de a quien ha entregado su vida por completo.

Off es paciente, siempre, cuidadoso, y lo conoce tan bien, sabe qué y cómo hacerlo, en dónde debe y no tocar, sabe que los besos tras la oreja lo vuelven loco y que no le gusta que lo haga esperar demasiado, por eso cuando se siente totalmente listo, lo sujeta con fuerza pero, con cuidado, de la cintura, alineando sus cuerpos y dejando bajar a su ritmo y de a poco a Gun. Los gemidos suaves se abren paso entre sus labios, el sube y baja es delirante, se dicen que se aman hasta el cansancio y se besan como si sus vidas dependieran de ello. Son el aire que necesitan, el oasis en el desierto y la respuesta del otro.

Una perfecta sinfonía de amor y pasión es creada por sus voces, sus cuerpos y los latidos de sus corazones, estallando en un blanco que ciega y abruma sus sentidos, siempre abrazados, tomados de las manos, incluso cuando Off se asegura de limpiar con cariño y atención el cuerpo de su esposo, antes de dormir en su lecho, abrazados.

«—¿Y qué pasa si un día te cansas de mí? Los matrimonios no duran para siempre hoy en día...

—No lo haré. No podría cansarme de ti, nunca.

—¿Y si ya no me amas?

—Te amaré todos los días de mi vida, Gun.»

𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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Avioncito de papel - HP4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora