Capítulo 10: Chicas guapas como regalo de Navidad

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POV Jennie:


Ya no podía. No aguantaba más. Me daba por vencida. Tiraba la toalla.

Apenas eran as tres de la tarde, pero ya lo había decidido. ¡Krystal moría hoy! O le explotaba el pavo en la cara o se envenenaba con el vino o el arbolito la aplastaba en medio de la sala, pero de que no celebrara la siguiente navidad dependía de su capacidad de mantener la boca cerrada, lo cual estadísticamente era muy poco probable.

Digo, ¡ni que el mundo se fuera a acabar solo porque no llevase puesto hoy en la noche un vestido último modelo!

Y por si fuera poco a mi querida madre y a mi adorada y excéntrica tía se les había subido el espíritu navideño a extremos inimaginables.

Taeyeon era una ama de casa excelente, y la tía Haeri era una muy buena secretaria que escribía más de setenta palabras por minuto, pero ¡Dios nos salve cuando se trata de cocinar! Más, si las dos están en la cocina, solas, con un horno, una estufa y una batidora de por medio.

O sea, ninguna de las dos, ni siquiera mi madre, podía destacarse cuando se trataba de comida.

La última vez que estuvieron juntas en la cocina se las ingeniaron para descomponer la tubería, hacer corto con la licuadora y dejar un olor a huevo podrido, que tardo tres meses en desaparecer, mientras hacían emparedados para cenar.

No conformes con eso, y precisamente este año, se les había dado por querer hacer la cena: consomé al jerez, canelones rellenos, pavo en salsa de naranja, ensalada de manzana y fruit cake. Resultado: yo metida en la cocina haciendo la cena, supervisando que la cocina no explotase y los bomberos no vinieran a pedir posada.

- Haeri, ¿Cuánto decía de azúcar?- preguntó mi madre que parecía de setenta gracias a las "canas" producto de la harina.

-¡Dos cucarachitas... digo cucharaditas!-¡o sea, una cena! ¡Iban a hacer T-O-D-A una cena! ¿¡Y no sabían leer!

-Bien, dice que precalientes el horno a 1800 centígrados. ¿Puedes prenderlo?

-Son 180, mamá- corregí y me pare a quitarle los cerillos a la piro maniaca de mi tía.

Prendí el horno y me apresuré a quitarle de las manos la batidora a mi madre. Terminé de mezclar la pasta, las dejé que la vaciaran al molde y creyeran que habían cocinado el pastel, y me apresuré a picar la manzana.

Tres horas y un pastel y ensalada hechos, canelones medio hechos y un pavo sin siquiera descongelar después, estaba a punto de sufrir un colapso.

-¿Ya esta lista la cena, cariño?- preguntó mi padre entrando en la cocina y yendo a abrazar a mi mamá por la cintura. Mi padre ya se había bañado, perfumado y arreglado

- ¡Vaya! - exclamó viendo el desastre que era la cocina con manchas de comida en las paredes gracias a la falta de comunicación entre mi tía y la batidora, pues según ella, la batidora había despertado de malas.- ¿Necesitas ayuda?

-No. No. Ya terminábamos, de hecho ya nos estábamos subiendo a arreglarnos. Solo falta que Jennie termine de hacer los canelones.

Dijo mi madre mientras se quitaba el mandil.

-Haeri, son las seis y media. Vayamos a ponernos guapas. Cariño- me llamó,-¿terminas por mí? Y si puedes la das una limpiadita -señaló con la cabeza la cocina, yo la fulminé con la mirada e iba a responder cuando mi tía se me adelanto:

-Tienes que decir que sí, no querrás que cierta personita vea tu casa así y piense que eres una sucia -Me sonrío con la misma sonrisa de maníaca que comparte con su hija y se fue de la cocina.

Mamá, papá... Soy gay. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora