𝐬𝐞𝐯𝐞𝐧𝐭𝐞𝐞𝐧

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Imposible. No podía verse de la forma en la que estaba aquella mañana, pero ahí estaba, con dos ojeras bastante notorias para él y que parecían ser un enorme cartel en su rostro que decía "mirenme".

Y su mal aspecto tenía un responsable, bueno, más bien el que no haya podido dormir en toda la noche sólo pensando en lo que había pasado en la última cita con él. Jeon JungKook.

No pasó, ni pasa, un segundo sin que piense en todo lo que había escuchado la vez en la que estuvo en su mansión. Se sentía bastante mal, utilizado, y aunque sabía que desde un inicio que las intenciones del ídolo no serían las más buenas, no lograba entender porque es que sentía aquella depresión que sólo lo desesperaba más.

Se negaba, se niega y se negara a que su corazón sienta el mínimo gramo de afecto por él. No lo permitiría.

Y algo que sumaba a su depresión, convirtiéndola en frustración notoria, era el que tuviera clases tan temprano, y peor aún, que su celular no cargó bien por la noche y no llegó a escuchar la bendita alarma, tuvo mucha suerte al lograr llegar antes de que el profesor cerrara las puertas.

──Dado que la mayoría ya me presentó el avance de sus proyectos, daré por concluida la clase de hoy, aprovechen este tiempo para concluirlos── Y como si alguien cumpliera su deseo, las palabras de su profesor sonaron como el canto más hermoso de ángeles que alguna vez haya escuchado. Alguien allá arriba lo amaba.

Tan rápido como sus manos se lo permitieron, comenzó a ordenar las cosas de su lugar, guardandolas con cuidado en su bolso. No tenía que preocuparse por sus tareas, a fin de cuentas, estaban casi todas hechas.

Estaba listo para irse, necesitaba urgente una buena siesta, y gracias a que no tenía más clases que esa sino hasta la tarde, podría dormir un par de horas, comer y darse una ducha rápida. Estaba ansioso porque su cabeza tocara la suave almohada.
Pero, apenas quiso hacer un impulso para levantarse de su asiento, un llamativo ramo de flores y una conocida caja de chocolates se interpuso en su camino, causando que se cayera sentado por la sorpresa.

──¿Qu-──

──Sorpresa── YoonGi y sus entradas sorpresivas pero tan lindas; algo que hacía que su malhumorada mañana cambiara completamente. ──No parecías muy animado cuando entraste, así que en un descanso fui a conseguirte esto, tulipanes y tus bombones favoritos──

El rostro de SeokJin enrojeció de repente, y no supo porque, pero lo hizo. Su corazón comenzó a latir un poco más rápido y sus manos estaban inquietas. ¿Que estaba pasándole.

──Muchas gracias, Gi── Tuvo miles de respuestas diferentes, y mejores, en su cabeza, pero las palabras parecían no querer salir de su garganta, por lo que sólo pudo articular aquella típica frase.

A pesar del estado en el que se encontraba, con su mente en blanco también, sentía una gran paz apoderándose de su cuerpo. Los nervios no eran incómodos ni molestos, Jin pensó que quizás se debía a que estaba muy acostumbrado a la presencia de su mejor amigo y sus repentinos intentos de subirle el ánimo, los cuales siempre fueron victoriosos.

──No es nada, estaba preocupado──

El rubio por su parte también tenía sus mejillas de un muy ligero rosado, pero gracias a su piel tan clara, el sonrojo podía notarse a la perfección, por lo que evitó mantener mucho el contacto visual con el menor.

Jin tomó el ramo, tomándose unos segundos para admirar aquellos tulipanes de diferentes colores. Alguna vez leyó el significado de ellos, pero no lograba recordarlo exactamente, aunque estaba casi seguro de una cosa, demostraban un afecto puro e incondicional. No era ni grande ni pequeño, tenía el tamaño perfecto para cargarlo, y ni hablar de aquellos chocolates que tanto amaba, una marca algo cara que no mucha veces podía comprarlos, pero, que su amigo siempre que podía, se los daba.

𝐫𝐨𝐜𝐤𝐬𝐭𝐚𝐫  |  kookjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora