𝐭𝐡𝐫𝐞𝐞

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Estaba a poco de tener un ataque de pánico, o posiblemente ya lo estaba teniendo.

¿Que sucedió?

Después de que su cita diaria con su mejor amigo YoonGi se viera algo interrumpida por su miedo a que el dueño del endemoniado celular intentara buscarlo y todo el asunto termine con él con una demanda por robo, aunque no fuera así, regresó tan rápido como pudo a su departamento para poner todo en orden.
Si bien ya sabía que tenía en sus manos, y poder, algo demasiado preciado para uno de los iconos del momento, poseía el celular de Jeon JungKook, el problemático artista más deseado en estos últimos tiempos.

Dirigió nuevamente su mirada hacia el aparato sobre su acolchada cama, la pantalla del celular se encendió nuevamente marcando que el mismo número que llevaba más de tres horas llamándolo, lo estaba haciendo otra vez, y parecía que no tenía intenciones de detenerse. Eso lo llevó a pensar que quizás tenía que recuperar a cualquier costo su teléfono, y ya se dio cuenta de que ese aparato tenía material que jamás debería salir de allí.
En ningún momento detuvo sus pasos que llevaba de un extremo de la habitación a otro, estaba casi seguro de que a ese paso dejaría algún camino marcado en la alfombra que cubría el suelo.

Esperaba que quien sea que esté llamando se detuviera cuanto antes.

Kim SeokJin, ese era su nombre. Un nombre tan hermoso como el rostro que se cargaba y como todo él era. Un simple estudiante de actuación con un gran futuro por delante, pues es que todo ese talento que se cargaba dejaba a cualquiera con la boca abierta y al borde de las lágrimas. Ya había participado de innumerables obras que la universidad en la que estudiaba se encargaba de organizar, y siempre se llevaba la mayoría de los aplausos, eso era algo que aumentaba el ego del joven.
Alto, de cabello negro y facciones tan delicadas que lo hacían parecer un hombre irreal, hombros anchos, cintura pequeña que varias chicas envidiaban, y unas hermosas piernas largas y delgadas. De apenas veintiún años de edad. Muy carismático, amable y muy generoso.
Además de pasar la mayoría de las horas del día en sus clases, trabajaba medio tiempo en una pequeña cafetería cerca de la universidad para poder ayudarse un poco en sus estudios y quizás uno que otro capricho, a pesar de que sus padres solían enviarle bastante dinero cada mes para que pudiera subsistir. A pesar de eso Jin amaba trabajar, amaba sentirse bien consigo mismo al obtener aquel poco dinero de manera justa. Con no muchas personas que formaban parte de su círculo de amigos, era feliz.

Mordió completamente preocupado su regordete labio inferior mientras tomaba el celular al ver que nuevamente el número sin registrar lo llamaba.

──¿H-Hola?──

Mierda.

Maldijo en su mente al escuchar lo temblorosa que salió su voz.

──¡Al fin contestas!, ¡devuelveme mi celular, ladrón!──

Era él. No podía creer que enserio estaba escuchando a la persona que más odiaba en éste mundo, JK.

──¡Oye!, no soy un ladrón, tú fuiste el que se fue de la tienda y olvidó su propio celular── Se defendió completamente ofendido que lo tomaran por un ladrón.

──Espera, ¿dónde tomaste mi celular?──

¿Era idiota?, si, eso lo confirmaba.

──En la tienda de discos, después de que… habláramos── Miró hacia el techo de su habitación recordando todas y cada una de las cosas ofensivas que dijo sobre el artista. ──Me gritaste y te fuiste muy rápido, luego de eso vi que dejaste caer tu celular y tus anteojos──

──Oh… así que allí se cayó mi celular─ SeokJin rodó los ojos al escuchar aquellas palabras. Si que a pesar de poder alterar a un millón de personas con su atractiva apariencia, podía ser un grandísimo idiota. ──¿Y por qué no me lo regresaste?──

𝐫𝐨𝐜𝐤𝐬𝐭𝐚𝐫  |  kookjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora