¿Recuerdas?

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Me gusta el aire frío contra mi rostro, el ver pasar a las personas y los lugares difuminados a mi alrededor, el sentir que por un instante sólo voy yo, nadie más, es como estar en una burbuja pequeña e invisible en la que ninguna persona se entromete, estoy yo y sólo yo; al menos hasta que ella aparece en mi visión, sus manos cubren mis ojos por un momento y por poco me estrello contra un árbol.

-Te he dicho un millón de veces que no hagas eso- le recrimino mientras la bajo al suelo y limpio la escarcha de mi sudadera.

-Es que te quería abrazar- dice mirándome con los ojos llorosos, como lo ha hecho tantas veces.

Suspiro frustrado y saco mi cayado, doy un golpe en el suelo creando un portal y con un ademan hago que pase por el, se que llegará a salvo junto a Norte, mientras yo seguiré trabajando, sólo y en silencio como es debido.

Llego a la siguiente ciudad y comienzo a esparcir nieve, escarcho las ventanas de algunos niños y niñas, quienes juegan conmigo y por un momento me siento vivo, hay algo que no me permite ser feliz como yo quisiera pero al menos me siento mejor, alegre, completo; pero al final, cuando ya no encuentro mas niños para jugar, esa tristeza vuelve a mi, sé que he estado mucho tiempo fuera y que probablemente debería regresar, pero no quiero, no puedo, llegar y saber que ella ha dormido ahí y que hoy ya no está más... no puedo. Así que decido ir a donde mis pies me llevan, termino enfrente de su ventana, la cubro con una ligera escarcha al igual que lo hice con las demás unas horas atrás y sin mas me encuentro dentro, estoy sentado junto a ella en la cama y mi fría mano acaricia su cabello, sin embargo ella no se mueve, mantiene sus ojos cerrados y su respiración sigue siendo breve y acompasada.

No puedo creer como han cambiado las cosas desde la primera vez que estuve en ésta habitación, ella estaba ahí mirándome incrédula, impresionada por que pudiera verme y sus hermanos no podían, ahora es al revés, es ella quien no me ve, es ella quien se niega a escuchar mis disculpas, es ella a quien quiero y no tengo mas.

Por un momento no puedo más, me levanto de la cama frustrado y sin poder evitarlo me hecho a llorar, llevo semanas conteniendo esa tristeza y desesperación que siento, me he negado a afrontarlo pero la verdad es que sólo soy un chico más, no importa que lleve cientos de años viviendo, dentro sigo siendo un chico y nada más. Salgo al balcón para dejar que el aire fresco me de en el rostro y calme un poco mi respiración, me apoyo contra la pared por unos segundos respirando pesadamente hasta que por fin esa voz que tanto he querido escuchar aparece.

"Sólo tienes que buscar dentro de ti, Jack" rápidamente volteo a ver a la Luna, pero no dice nada más.

¿Buscar dentro de mi? ¿Qué debo de buscar? No hay nada, sólo yo, mi tristeza tal vez y ése bendito espacio vacío en el que falta algo, mejor dicho alguien. Porque después de tantos años solo, jugando con niños y alegrando vidas... creo que ya es momento de tener algo que me haga feliz a mi en todo momento, ella me hacía feliz, ¿porqué no puedo tener eso? Ya no tengo nada más.

Entonces una pequeña mano se pone sobre mi hombro, me doy la vuelta y ahí está ella, Elena, mirándome con los ojos soñolientos y el cabello alborotado.

-¿Vas a pensar en voz tan alta toda la noche? Necesito dormir.

Se frota los ojos y una suave y divertida sonrisa aparece en sus labios, con ese simple gesto me hace sentir que ella es la misma de siempre, es mi Elena, sin poder evitarlo la abrazo con fuerza enterrando mi rostro en su cabello, me había olvidado de lo bien que se siente tenerla entre mis brazos, me había olvidado de la sensación de tener su pequeño cuerpo tan cerca del mío.

-Te he echado de menos.


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