Cuarta hora

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Los pasos apresurados se convirtieron en una carrera y alguien abrió de golpe la puerta y entró cerrando tras de sí mientras respiraba agitadamente.

Fermaportus

El susurro petrificó a los Gryffindors que miraban al nuevo invitado con expresiones que iban desde la estupefacción más absoluta al espanto.

Alguien aferró el pomo de la puerta y trató de abrir, pero la madera permaneció cerrada.

―Vamos Señora Norris, tiene que estar cerca de aquí ―Oyeron gruñir Filch al otro lado.

―Hola Blaise Zabinni ―Dijo de pronto Luna alegremente cuando el chico oscuro apoyaba la frente en la puerta y lanzaba un suspiro de alivio.

Con un sobresalto se giró a mirarles con idéntica cara de pasmo y los contó uno a uno, empezando por Lunática Lovegood hasta acabar con cara rajada Potter.

―Mierda ―Masculló frotándose la cara como si pensara que no eran más que el fruto de una visión que desaparecería si se esforzaba.

...

―Tiene a mis padres Granger ―Dijo como si ella fuera boba y no entendiera el mismo idioma ―Yo, como tú, tampoco tengo elección. Tus padres son muggles, mi padre...

―Un mortífago

Draco sonrió de lado. Una sonrisa cínica, carente de humor.

―Sí.

―Como tú ―Añadió ella.

Malfoy asintió y señaló su brazo.

―Aunque no lo creas, yo no pedí la marca

―Harry dice que parecías encantado.

El rubio, que se había sentado descuidadamente en el sillón, se levantó de nuevo con los ojos entrecerrados, casi deseando escupir veneno por la boca.

―¿Y cómo Potter lo dice no hay duda de que es cierto, no? San Potter ―Espetó con odio ―Él nunca se equivoca ¿Verdad?

―Hay cosas en las que no, Malfoy ―Dijo Hermione con una lealtad inquebrantable e incuestionable serenidad ―Cuando empezó el curso estabas orgulloso de pertenecer a los mortífagos ―Le miró mientras él la contemplaba respirando de forma superficial. No necesitaba estar en su cabeza para saber que deseaba tener la varita para maldecirla allí mismo.

Muy lista, Granger.

No puedes ocultármelo, Malfoy, lo sé.

―¿Entonces para que preguntas? ―Replegó los labios enseñando los dientes con ferocidad y volvió a sentarse, intentando mantener una calma que no sentía ―Sí, me sentía poderoso, me sentía más vivo que nunca, más importante.

Hermione se estremeció ante el rechazo que le producían aquellas palabras.

―Pero algo cambio

―Obviamente

―¿Qué ocurrió?

Que soy un cobarde.

―Eso no es nuevo

Malfoy golpeó el reposabrazos con un puño.

―¡Maldita sea! ¿No te das cuenta de que no puedo permitir que sepas todo esto, Granger? ¡No puedo! Hay demasiadas cosas en juego.

Las imágenes pasaron tan rápidas que Hermione apenas pudo entenderlas. Un armario, angustia, lágrimas en un lavabo, miedo...

―Y qué harás Malfoy ¿Matarme para que no hable? ―Le mostró las varitas

El color de la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora