La Propuesta

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Yo mᥱ ρrᥱgᥙᥒto...
Prᥱgᥙᥒto...
Prᥱgᥙᥒto...
¿Qᥙᥱ ᥴᥙᥲᥒdo ᥱmρᥱzᥲrᥱ ᥲ vιvιr?

— ¡Atención!— Willy gritó mientras miraba a las tropas— ¡Firmes!—

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— ¡Atención!— Willy gritó mientras miraba a las tropas— ¡Firmes!—

Los soldados se pararon derechos, todos extendidos al lado derecho del gran pasillo de entrada al castillo. Soldados con armadura erguidos con la mano en el mango de sus espadas. Willy sonrió complacido.

— Muy bien todos, sonrían por favor— Akira comentó, caminando al lado izquierdo del pasillo. En dónde todos los trabajadores del castillo estaban esperando. Sirvientes, lacayos, cocineros, todos con sus uniformes impecables.

Por otro aparte, en las escaleras que daban entrada al castillo, se encontraban el rey y Vegetta, estando listos para recibir directamente al príncipe.

— Todo saldrá bien, su majestad— Comentó Vegetta.

— Por supuesto que saldrá bien, yo lo he planeado— El rey sonrió— Pero Vegetta... ¿Qué hace el bufón aquí?—

— El bufón, ah sí, es que vino a entregarle su casco al capitán de tropas— Vegetta dijo— Un momento que le digo que vaya al castillo—

Vegetta se alejó un poco para acercarse a Willy.

— Oye, Willy— Vegetta le gritó en un susurro— ¡Ponte el casco!—

Willy le miró y suspiró, tomando su casco, el cual era metálico, con una pluma de color azul en la punta, y entonces Willy miró al rey.

— ¡Mire quien está aquí, rey!— Gritó el de ojos morados.

El rey volteó y sonrió animadamente, alzando su mano derecha para saludar.

— ¡Guillermo! Cuánto tiempo, ya hasta parece que nunca te veo, chico— Dijo el rey— ¡Gran trabajo manejando a las tropas!—

— Tiene que ser una puta broma— Comentó Willy en voz baja mientras saludaba de vuelta al rey y sonreía falsamente.

Tras todo eso, el ruido de un par de trompetas llamó la atención de todos. Miraron hacia la entrada del castillo donde se encontraban dos hombres tocando la trompeta.

— ¡Con ustedes!— Gritó uno de los trompetistas— ¡El príncipe Borja Luzuriaga!—

Las dos puertas de madera empezaron a abrirse. Vegetta volvió a acomodarse junto al rey, sosteniendo un centro de color morado, que en la punta tenía un enorme diamante incrustado.

El rey sonrió, inflando su pecho con orgullo. Y entonces las puertas terminaron de abrirse.

La imagen vista detrás de las puertas impresionó a todos en el castillo, soltando un jadeo de respuesta al ver a las tres personas en la entrada.

— Buenas tardes— Frank saludó mientras sonreía.

— Como te odio, Frank— Comentó Lolito.

Luzu aún se sentía algo débil por lo ocurrido en el río, así que Frank y Lolito estaban a cada lado del príncipe, teniendo cada brazo de Luzu sobre sus hombros.

Cómo Un Cuento De HadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora