El Llanto Del Pato

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Uᥒ dιᥲ ᥱᥒᥴᥲᥒtᥲdor
Mι ρrιᥒᥴιρᥱ vᥱᥒdrᥲ
Y dιᥴhoso ᥱᥒ sᥙs brᥲzos ιrᥱ
A ᥙᥒ ᥴᥲstιᥣᥣo hᥱᥴhιzᥲdo dᥱ ᥲmor

— Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere— Quackity sonrió mientras arrancaba los pétalos de una pequeña flor, todo a vista de Fargan y Alexby, hasta que quedó un solo pétalo— ¡Me quiere! ¿Vieron, chicos? Él sí me quiere—

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— Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere— Quackity sonrió mientras arrancaba los pétalos de una pequeña flor, todo a vista de Fargan y Alexby, hasta que quedó un solo pétalo— ¡Me quiere! ¿Vieron, chicos? Él sí me quiere—

— Es su quinta flor— Comentó Alexby.

Fargan y Alexby habían logrado persuadir a Quackity para que él dejara atrás ese pensamiento tonto de ir al castillo más cercano para buscar a su "Bello príncipe de ojos rubí". En cambio habían logrado que el chico pato se distrajera jugando con las flores que Alexby trajo desde el jardín de alguno de sus vecinos.

— Tenemos que hacer algo, Alexby— Fargan comentó— No podemos dejarlo así, si su tía se entera de que él cayó enamorado de un humano lo va a rostizar—

— Déjame pensar algo— Alexby se mantuvo pensativo y en silencio unos cuantos segundos hasta que chasqueó los dedos— Por ahora, hay que dejar a Quackity en su habitación para evitar que su tía note que él está todo idiota por un humano, y mañana temprano tú y yo nos aseguraremos de mostrarle el lado cruel de los humanos para que se olvide de ese príncipe—

— Bueno, entonces hay que llevarlo a su habitación— Fargan dijo, tras eso, Alexby y él se acercaron a Quackity para levantarlo de la hamaca.

— Bueno, vamos por mi príncipe azul— Comentó el pato.

— Nada de príncipes, Quackity— Fargan lo regañó— Te iremos a dejar a tu habitación—

— Pero chicos— Quackity hizo un puchero mientras los otros dos empezaban a empujarlo hacia el interior de la casa.

— Sin peros, Quackity— Alexby dijo— Ya mañana hablaremos de tu situación con ese príncipe mañana, ¿De acuerdo?—

— ¿Mañana iremos a buscarlo?— Preguntó Quackity con mucha emoción reflejada en sus ojos.

— Que sí, que pesado te pones a veces Quackity— Comentó Fargan— Además, no creo que a tu tía le guste verte así, todo sucio, lleno de lodo e interesado en un humano—

— No mames, no— Quackity negó con la cabeza— Si mi tía se entera de que me enamoré de un humano me va a desplumar—

— Exacto— Alexby dijo con voz calmada— Por eso te llevaremos a tu habitación antes de que tu tía te vea y te haga pato al horno para la cena de Navidad—

Tanto Fargan cómo Alexby llevaron a Quackity hacia su habitación, con cuidado de no ensuciar nada en su camino. Una vez que llegaron a la habitación del más joven, lo dejaron sentado en la cama.

— Tienes muchos patos— Comentó Alexby, el único que no había estado antes ahí.

El cuarto de Quackity tenía unas paredes de color azul, muy desgastadas, ya que en varios puntos la pintura estaba cayendo y se veía la madera vieja con la que estaba construida la casa. Pero lo más llamativo del cuarto eran sin dudas los muchos patos que decoraban el lugar, de diversos tamaños y materiales, desde rocas pintadas, paja, ramitas, hasta uno en particular hecho de cristal.

Cómo Un Cuento De HadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora