Sam casi se sentía culpable. Fuertes gemidos resonaban en toda la habitación mientras sus ojos se cerraban con fuerza, moviendo con rapidez la mano sobre su miembro, ya no prestando atención al aparato, preguntándose del por qué lo había puesto en un principio; solo con recordar a Isabel y lo que había hecho con ella, le bastaba y sobraba. En verdad, sabía perfectamente que una vez estuviera en Amram tendría su orgasmo, pero ¿por qué no? Cerró más los ojos, apoyando la cabeza en el cabezal mientras llegaba a la cima. Después de medio segundo, los gemidos de las dos personas en la pantalla que ahora escuchaba le empezaron a molestar. Pero, antes de apagar el ordenador, escuchó un golpecito en la ventana.
Sus ojos se abrieron de golpe al ver a la chica en esta, sonriendo. Sam le devolvió la sonrisa, incómodo, suponiendo que ya tenía un tiempo observando. Cogió un pañuelo de la mesita de noche y una vez limpió su mano se subió los pantalones, los cuales estaban por sus rodillas. Apretó la hebilla de su cinturón, poniéndose de pie. Se dirigió hacia ella, deslizando hacia arriba la ventana para salir.
Isabel, en cambio, se deslizó dentro de su habitación ágilmente, poniéndose en frente de él, colocando sus manos en el cuerpo de este y cerrando la ventana.
—Quiero ver el interior —afirmó con confianza, escaneando el cuarto; las paredes estaban pintadas de un azul oscuro, con las sábanas de la cama del mismo color, pero con toques verdes, muebles de madera, algunos con tonos oscuros—. Mmm... —siguió observando.
—¿Qué? —preguntó un poco inquieto.
—¿Estos son tus gustos? —preguntó con cara de desagrado y riendo al ver cómo Sam la miraba dolido—. Es broma. ¡Es broma! —repitió a carcajada cuando este se dirigía a la cama—. Me gusta mucho tu habitación —confirmó dirigiéndose a su lado, sentándose y mirando la pantalla del ordenador—. ¡¿Qué es eso?! —exclamó, insegura de si seguir mirando—. ¿Qué están haciendo? —preguntó al ver que el chico que estaba arriba empujaba contra la más pequeña, observando cómo esta marcaba la espalda de este en cada estocada, ambos llegando al borde del orgasmo.
Sam cerró el aparato de golpe.
—Esto... —Miró a otro lado. Sin saber qué decir, colocó suavemente el ordenador en su mesita de noche, se metió a la cama y palmeó junto a él.
Isabel empezó a arrastrar los pies y se sentó a su lado. Sus dedos recorrieron suavemente las sábanas desgastadas, dándole otro vistazo a toda la habitación. Se acercó aún más a Sam, mirándolo insegura. Este, al notar el ambiente, apoyó su brazo en su hombro, intentando tranquilizarla, cosa que funcionó.
—¿Y bien? —preguntó Isabel, esperando ahora con ganas, manteniendo la mente abierta, lista para comprender cualquier nueva información que le pudiera dar.
—Verás..., básicamente, se pueden buscar..., quiero decir —suspiró—. Hay cosas que se llaman «sitios web» donde puedes hablar con la gente, jugar juegos, buscar información...
—Sí, sí —le interrumpió, asintiendo con la cabeza—. Eso ya me lo explicaste. Es lo mismo que el tel-teléfono, pero en grande, ¿verdad? —sonríe, cogiendo la mano que este tiene apoyada en su hombro—. Eso no lo entiendo del todo. Pero lo que quiero saber ahora... —Paró de hablar. Sam, observando cómo las pupilas de esta se dilataban, mirándolo con curiosidad—... estaban haciendo lo mismo que hemos hecho nosotros, pero ¿diferente? ¿Por qué? ¿Y por qué lo estabas viendo? —soltó de golpe, quedándose a la espera de una respuesta.
—Sí, es diferente a lo que hemos hecho. Y lo veo porque es una manera de excitarte —respondió a las preguntas.
Isabel lo miró insegura.
—Pero... ¿ellos están de acuerdo con que los vean?
—Sí, se les paga para eso —sonrió apretando su mano—. Eso es otra forma de demostrar amor. En este caso, ese amor es fingido, son actores, como los que ves en las revistas que te traigo. Pero lo nuestro es diferente, nosotros nos queremos, no hay falsedad en nuestras acciones, ¿de acuerdo? No te olvides de eso. —Apretó más su mano, mirándola con amor.
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La edad de la inocencia
Teen FictionTodo adolescente tiene sus subidas y bajadas..., y si a eso se le suma el cambio de hormonas sus vidas se vuelven un caos, pero ¿qué ocurre si se le junta los cambios hormonales en un mundo en donde nada es normal? Ahora es cuando te preguntas: ¿qué...