¿Eh?

11 0 0
                                    

A la mañana siguiente Leonardo se levanto pensando en la chica que ahora está durmiendo en su sillón. Salió de la recámara para dar un vistazo y le invadió un olor de algo delicioso, tal vez huevos y hot cakes. Al ir a la cocina la chica estaba parada frente a la estufa preparando el desayuno, Leonardo aún en pijama no pudo evitar acercarse a decirle:
-Buenos días-. Cantando.
La chica sorprendida soltó el sartén y casi se cae el desayuno, entonces se volteó y le dio un beso en la mejilla.
-Buenos días-. Le dijo suavemente al oído.
Leonardo sólo se alejó y se sentó en la mesa que ya tenía jugo y flores al centro, la cocina era lo menos desordenado de la casa.
-Veo que por fin recuerdas quién soy-. Después hizo una risita burlona que a Leonardo se le hizo familiar, pues claro la chica era su hermana que estaba hasta ese momento en Francia.
-Claro ¿Cómo olvidarte Dani? -. Dijo Leonardo aún confundido por lo que acababa de suceder.
Danielle Vélez, 29 años, vivió con su hermano hasta que tuvo que ir a Francia para poder trabajar y vivir mejor.
-Aunque noto que no me esperabas-. Dijo apagando el sartén para sentarse a comer con Leonardo.
-Creí que no regresarías-. Ya después de analizar lo que sucedió, Leonardo la miraba de pies a cabeza.
-Lo sé, pero veo que has cuidado bien de la casa y de mi gato-. Sentándose para comer.
-Ahora que regresaste debes saber que tengo un nuevo puesto en mi trabajo-. Dijo Leonardo tomando un bocado de huevo.
-Muy bien, apresurate que ya te tienes que ir al trabajo-. Dijo Danielle con la boca llena.

Al terminar el desayuno Leonardo se cambió y se fue al trabajo donde lo esperaba su asistente, en el camino pensaba en lo que le había dicho su hermana. Dejo el carro en el estacionamiento y entró al edificio principal donde tomaría el elevador. De pronto llegó Malva.
-Hola Leo, que hermoso día ¿No crees?-. Dijo él como siempre optimista.
-Algo, oye un día deberíamos tomar un café para charlar más-. Dijo Leo viendo que el piso de Malva se acercaba.
En ese momento Malva bajó del elevador sin dar respuesta.
Leonardo espero unos cuantos segundos y el elevador se cerró, subió al piso que el quería y se abrió de nuevo. Lo primero que vio fue a su asistente sentada en el escritorio de afuera de su oficina.
-Buenos días Doctor-. Dijo Nadine amablemente.
Leonardo sólo se pasó de largo y fue directamente a su oficina, entrando dejó su mochila en una de las sillas de la entrada y decidió ir a hablar con Nadine. Al llegar a la puerta algo lo detuvo de golpe y no siguió su camino. Volteo a ver a ala ventana y vio que su hermana estaba sentada en el borde de esta.
-Hola.- Dijo bajando hacia el suelo de madera de la oficina.- Espero no interrumpir nada.
-De hecho iba por un café y apareciste tú, así que...- Dijo tratando de abrir la puerta pero su hermana lo detuvo en el acto.
-Espera, vine a decirte que no hay leche, tienes que comprar una. Hoy cenaremos chuletas a la naranja, así como las hacía mamá.- Timando la muñeca de Leonardo.
-Esta bien, la compraré.- Dijo Leonardo antes de salir de la oficina.
Caminó hasta Nadine y vio que escribía algo en una libreta no muy grande.
Continuó su camino hacia la silla donde se sientan los que van a hacer una cita.
-Hola Nadine ¿Muchos pendientes?- Dijo Leonardo, con voz amable.
-En realidad no, creo que está muy levé el trabajo.- Sonrió- la que estaba en tu oficina era tu hermana ¿Verdad?
-¿La conoces?- Dijo Leonardo acercándose a Nadine.
-No en realidad solo que me vino a preguntar sí esa era tu oficina.- Dijo para continuar escribiendo- eres un poco aburrido ¿No lo cres? Parece que tienes 30 año y sólo eres dos años mayor que yo.
-Sinceramente nunca me han dicho aburrido, pero no tengo músculos amigos.- Dijo tocando los dedos de sus manos.
-Deberíamos de salir.- Dijo Nadine con una pequeñas risitas.
Leonardo sólo asintió, internamente se sentía apenado ya que nunca le había hablado a una mujer sin contar a su mamá y su hermana, se despidió y fue a su oficina.

Azul profundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora