Los sábados se volvieron el día de la semana que más preferían, y cada vez se contaban más las horas para que las preciadas 8:00 pm llegaran.
Trabajos fuertes eran una simple gota de sudor si sabía que en la tarde con su mejor vestidura caminaría cabeza agacha y podrá verla. Los largos rezos se volvieron susurros, y las manos juntas se volvieron suaves roces.
Nadie, nada podía juzgar, nadie podía ver, nadie podía mirar. El silencio reinaba y entre la suave oscuridad también reinaba un suave amor.
-Termina allí- vi como mi padre apunto el sendero de trigo que faltaba, quería reprocharle y decirle que se fuera a la mierda pero sabía que no podía. Si hacia eso seguramente no podría llegar a tiempo a la iglesia, no podría llegar a tiempo con Lauren.
Alzo mi rostro al cielo y ruego a el porque las horas pasen lento y mi trabajo rapido, también bajo mi mirada y cínicamente me reprendo ¿Cómo pedirle a Dios semejante barbaridad? Sabía que no podía pero aun así lo hacía.
Dios no me perdona ninguno de los pecados que puedo cometer si yo soy el mismo pecado en vida. Así que con la cabeza mirando al suelo comienzo de nuevo a cortar el trigo.
He sentido sus suaves labios y el suave roce de sus manos en el dorso de la mía, pero no puedo hacer mucho más. Algunas cosas no están hechas para nosotros o mejor dicho, nosotras ¿Cómo he de ladear con esto? ¿Cómo hago? Somos dos mujeres con miembro masculino y una sociedad encima de nosotras.
Pero no puedo negar ni un segundo que el suave toque de labios que hemos tenido es la sensación más placentera del mundo.
He rebasado una hora desde que debía estar en la iglesia, no puedo asegurar que Lauren siga allí y ruego al cielo que ella lo haya hecho, mi padre me había pedida ayuda extra a la hora de cargar los fardos de trigo y no pude resistirme.
Estoy corriendo por la calle en la espera de que ella aun este allí. Mi camisa se ha desabrochado un poco y el sudor está corriendo un poco por mi sien, me detengo casi llegando a las puertas de la iglesia y tomo unas bocanadas de aire antes de pisar el aposento de Dios.
Trago hondo pero no puedo ver a nadie, niego apretando mi mandíbula y camino hacia los asientos delanteros y dejo caer mi cuerpo en una de las bancas, tomo varias respiraciones regulando la mía, limpio un poco mi sien y limpio mi sudor con mi pantalón marrón oscuro.
Mis hombros caen y mis manos se posan en el espaldar de la banca siguiente y dejo caer mi cabeza en mi brazo, cierro mis ojos y deseo poder reprender a todo el que se atraviese. Duro unos minutos así hasta que siento como están quitando uno de mis brazos y están posándose entre mis piernas.
Trago hondo cuando veo el pantalón negro, mi cabeza va subiendo admirando el cinturón simple y la camisa ligeramente sobresaliendo hasta llegar al rostro.
Lauren estaba frente a mí, su camisa ligeramente abierta y una ceja alzada.
-¿Te estabas escapando de mí?- trague hondo sintiendo secos mis labios y negué a lo que ella me estaba diciendo.
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Un amor a la antigua (Camren Doble G!P)
RomanceUna historia de amor en tiempo pasados. Inglaterra 1799. Siglo XVIII Historia de mi autoria.