Capítulo 1

181 7 0
                                    

—Alia, cielo, deja a tu hermana —dijo mamá, apartando la revista que tenía en sus manos.

—Sabes que odio que se lleve mi maquillaje para ponérselo a sus muñecas —le quité el pinta labios que tenía en la mano.

Mamá se levantó de su silla de lectura y se quitó las gafas de leer. Caminó hacia mi habitación y abrió la puerta.

—Noah —le advirtió.

—Pero mamá... —se quejó mi hermanita de doce años.

—Sabes de sobra que no le gusta que toques sus cosas, sobre todo si es algo caro —se acercó a ella —. Vamos, cariño —le acarició el cabello.

Ambas salieron por la puerta, pero Noah se giró a mí antes de salir para sacarme la lengua furiosa. Solté una ligera risa y guardé mi maquillaje de nuevo.

Tenía que tenerlo todo preparado porque, al día siguiente, tenía que coger un vuelo a París para empezar mi primer año de universidad.

Estaba atacada de nervios pero sabía que todo iba a salir bien. Me senté en el borde de la cama y vi el listado con mis asignaturas y algunos pagos que tenía que realizar. La carrera de medicina era larga pero siempre había soñado con estudiarlo desde pequeña.

Agarré mi calendario con la cuenta atrás de los días que quedaban para empezar y taché el día que era.

Lo que más pena iba a darme era dejar en España a mi familia y a mi mejor amiga, Valeria. Nuestras madres eran mejores amigas desde secundaria, y nosotras lo éramos de toda la vida.

Val iba a quedarse en Madrid estudiando Magisterio, y esa iba a ser la única vez que íbamos a estar separadas durante tanto tiempo. Siempre nos tocaba en clase juntas, y saber que ese sería el primer año en el que no nos veríamos hizo que se presentara en mi casa casi a media noche llorando porque nos íbamos a separar.

No la culpo, yo también lloré durante horas, pero algo que le caracterizaba era el drama, aunque en muchas ocasiones era lo que más me gustaba de ella.

Esa noche recibí muchos mensajes suyos diciendo que se llevaría mi pasaporte solo para que tuviera que quedarme allí con ella. Me reí al leerlos.

Escuché la puerta de casa y salí para saludar a mi padre. Noah se quedó enganchada a él en cuanto lo vio entrar por la puerta.

—Ya sé que me quieres pero me estás ahogando, pequeñaja —dijo mi padre intentando recuperar el oxígeno cuando mi hermana se alejó de su cuello.

Se puso de pie en el suelo y le abrazó fuerte por el abdomen. Papá pasaba mucho tiempo fuera por trabajo, y cuando volvía solía quedarse poco más de una semana en casa.

Fui hacia él rápidamente y le abracé aplastando a mi hermana. Ni siquiera se quejó cuando hicimos un sándwich con ella, y eso era raro. Mamá hizo lo mismo que nosotras hasta que nos separamos. Papá dejó sus cosas encima de la mesa y se quitó la chaqueta que tenía puesta.

—¿Qué tal está mi chica universitaria? —me sonrió, aunque pude notarle la mirada triste.

—Ni siquiera he empezado —me reí.

—No sabes lo orgulloso que estoy de ti —me abrazó de nuevo.

—Yo también existo —soltó mi hermana moviendo los brazos al aire. Ambos reímos y fuimos hacia ella. Mamá puso la mesa para cenar y nos sentamos todos cuando nos llamó.

Lo que también iba a echar de menos era la comida de mi madre. Cocinaba de maravilla. Sin duda, me pasaría toda la vida comiendo con ella.

—¿Has hecho las maletas? —preguntó papá, sirviéndole la cena a mi hermana. Negué con la cabeza y respondí.

—Las haré mañana por la tarde porque, si me voy mañana de madrugada estaré sacando cosas de la maleta y seré capaz de olvidarme algo —mamá asintió, sonriendo, dándome la razón.

Papá cambió de tema porque se le estaba formando un nudo en la garganta. Se quedaron hablando sobre el colegio de mi hermana y sobre el uniforme. Un tema un tanto aburrido.

Terminamos de cenar y ayudamos a mi madre a recogerlo todo. Yo estaba cansada por recorrerme todas las tiendas que existían por Madrid para comprarme todo lo necesario, y pasar los últimos días con Valeria, pero ambos insistieron en que viéramos una película.

No me negué porque quería pasar tiempo con ellos antes de irme, pero en cuánto pasaron diez minutos de película, me quedé completamente dormida.

Mamá llevó a Noah a su cuarto mientras papá me despertaba y me acompañaba a la mía. Estaba todo un poco desordenado, pero se podía habitar en ella.

—Acuérdate que mañana vienen tus abuelos a comer y pasar la tarde antes de irte —me tumbé y él se sentó en el borde de la cama. Asentí con la cabeza.

—Aún no me creo que mañana te vayas. Qué rápido has crecido —se le cristalizaron los ojos.

—Papá —sonreí —, cada vez me recuerdas más a Val —rio y se levantó.

—Aprendió de mi dramatismo.

Me reí y le di la razón. Me dio las buenas noches y me cerró la puerta. Agarré el móvil y le mandé un mensaje a Valeria: queda un día para que tengas una excusa y puedas viajar a París.

Apagué el móvil, intentando coger el sueño, pero con los nervios apenas pude dormir.

Si pudiera decirte 'te quiero'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora