Capítulo 4

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Me levanté más temprano para poder ir con tiempo al primer día de clase. Empezaba a las nueve de la mañana y quise despertarme a las siete para prepararme y ver lo que tenía que llevar, y hacer una lista de lo que me faltaba. Aún necesitaba algunas cosas para poder estudiar, pero ese día supe que no me daría tiempo.

Cuando quedaba poco para que fuesen las nueve, revisé que lo llevaba todo encima, además de comprobar que no me había dejado el móvil como la noche anterior.

Cuando llamé a mi madre después de ver la de cientos de llamadas perdidas que tenía, se alteró un poco. Pensó que me había pasado algo grave, aunque no fue para nada así. Intenté calmarla y decirle que no pasó nada pero era raro en mi no contestar sabiendo que tenía siempre el móvil encima. Menos esa noche. Por eso se preocupó.

Esa noche tampoco vino Lea a dormir. Me levanté a mitad de la noche porque escuché un ruido fuera y no la vi en la cama. Supuse que se había quedado allí porque acabaría tarde.

Salí por la puerta y saludé a Dean.

—¿Tienes la llave? —mostró una sonrisa. Le enseñé la llave de la habitación y salí de la residencia.

La facultad estaba a unos cuántos minutos andando, pero salí con tiempo para no ir apurada. Agarré bien mi bolso con el ordenador y algunos libros que dijeron que necesitaría, y entré nada más llegar por la puerta con cuidado.

Había gente alrededor hablando sobre el verano y las pocas ganas que tenían de empezar. Saludé al chico de recepción con la mano y fui hacia el aula donde tenía mi primera clase. Cuando entré no había casi nadie. Solo dos chicas que supuse que eran amigas porque estaban juntas, y un chico con auriculares puestos. Ambas se me quedaron mirando mientras me sentaba un poco más adelante de donde estaban ellos.

Les sonreí cuando me sentí un poco incómoda y ellas hicieron lo mismo. Estaba un poco nerviosa y, al querer sacar mi móvil del bolso sin que se me notaran los nervios, se me cayó al suelo. Además de ser torpe por naturaleza, cuando me ponía nerviosa era aún más torpe.

Me agaché a recogerlo como pude, pero el chico de los auriculares que tenía unas sillas más atrás me lo devolvió al segundo.

—Gracias —dije avergonzada.

—No hay de qué —se quitó los auriculares y los dejó alrededor de su cuello —. Soy Egan, por cierto.

—Alia, mucho gusto —le sonreí.

Todos los que estaban en el pasillo hablando entraron con prisa. Detrás de ellos, iba un hombre de unos cincuenta y tantos vestido de traje. Pidió que se sentaran rápido y esperó a que lo hicieran.

—Buenos días a todos —se colocó en el centro de la clase —. Mi nombre es Mathis Dubois y seré vuestro profesor este curso.

Al terminar las clases, salí afuera y me senté en una de las mesas que había de madera. Miré el móvil y contesté a los mensajes que me había dejado Val sobre su primer día. Le conté cómo había ido el mío y, al levantar la mirada me encontré con una Lea muy sonriente y agitando los brazos en el aire, emocionada. Me levanté y fui hacia ella.

—¿Qué tal el primer día?

—Bien. Me lo esperaba algo peor.

Se rio y esperó a que terminara.

—Ya cambiarás de opinión cuando lleves más tiempo aquí.

La miré fijamente con una sonrisa.

—¿Siempre sueles estar así de contenta? O ¿hay algo que ha hecho que lo estés? —pregunté sin poder guardármelo.

Caminamos hacia la cafetería mientras intentaba sacarle las palabras como fuera.

—Anoche no te vi en la habitación.

—¿Ya me controlas? Esta relación va a ir a la quiebra.

—No intentes evitar mis preguntas —me reí —. ¿Tiene algo que ver con Fabien...?

Por la cara de asombro que puso intuí que sí, pero como no me quiso decir nada no se lo dije. Con el tiempo acabaría contándomelo.

Nos compramos algo para comer y nos sentamos mientras ella criticaba a los compañeros de su clase. Dijo que ninguno le caía bien desde que empezó la carrera, y mientras masticaba la comida, me iba diciendo el por qué. No sabía que la gente podía ser tan... rara.

Emprendimos camino hacia la residencia, aunque hicimos varias paradas para comprar algo de comida para tener en la habitación. Subimos las escaleras y nada más abrir la puerta me tumbé en la cama para quitarme los zapatos. Estaba algo cansada pero no quería irme a dormir.

Lea se quedó un rato con el móvil y yo guardé todo lo que metí en mi bolso. Dejé encima de la mesa la comida que habíamos comprado para las dos y me senté en la silla. Comencé a pasar a limpio algunos apuntes que había tomado para que no se me olvidara nada, y lo metí en un cajón que tenía a mi lado.

—¿Qué escribes? —me preguntó desde la cama.

—Son algunas cosas que no quería que se me olvidaran sobre este primer año de carrera.

—Eso lo acaban diciendo todos los años. La primera semana es para no hacer nada —dio media vuelta y se colocó bocarriba. Solté una risa y la miré.

—¿Las maletas tampoco las deshaces? —negó con la cabeza.

—Poco a poco iré sacándola para poder vestirme e ir a clase. Cuando tenga que hacer la colada, en vez de guardarla en la maleta la dejo en el armario —sonrió y volvió a fijar su mirada en el móvil.

Asentí, comprendiendo lo que acababa de decir, y saqué uno de los bolsos que tenía guardados. Metí el monedero con el dinero que ahorré trabajando durante el verano en una de las empresas de mi madre, el móvil, la lista con las cosas que debía comprar y la llave de la habitación.

Me puse mi perfume favorito, Pure XS de Paco Rabanne y me peiné el pelo desastroso que llevaba.

—¿Vienes conmigo?

Giró su mirada hacia mi y me miró.

—¿Dónde vas?

—A comprar algunas cosas que me faltan —negó con la cabeza y reanudó lo que estaba viendo por el móvil.

Salí por la puerta y saludé a Dean, quién me devolvió el saludo con una sonrisa. Decidí dar un paseo mientras buscaba alguna tienda para comprar todo lo que necesitaba.

Si pudiera decirte 'te quiero'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora