Abrí los ojos en cuanto la luz se coló por la ventana de la habitación. La cabeza me daba vueltas y en la almohada se quedó marcado mi rostro por el maquillaje. Me aparté el pelo de la cara y vi que estaba sola.
Gran parte de la noche fui consciente de todo, pero había otra parte borrosa que mi cerebro quiso borrar. Me solía pasar sobretodo cuando hacía el ridículo.
Agarré el móvil y miré la hora. Era bastante tarde para estar tirada en la cama un domingo, pero apenas tenía ganas de levantarme.
Le envié un mensaje a Egan para saber cómo estaba y me respondió con un sticker. Solté una risa, salí del chat y miré el que había justo debajo del suyo. Me dio un vuelco el corazón y me incorporé de inmediato. Apenas me llegaba oxígeno al cerebro, por lo que opté por respirar hondo varias veces.
Leí los mensajes con miedo y me di cuenta de que, todos aquellos audios que pensé que le enviaba a Lea, se los mandé a Alexis. En ese momento solo quería desaparecer del planeta e irme a un sitio lo más alejado posible de la tierra, pero como no iba a poder ser, me conformaba con no cruzármelo por ningún lado. Aunque ya sabemos que la suerte nunca estaba de mi lado.
El que estuvo toda la noche mandándome mensajes y llamando después de enviarle esos audios era él. Por qué nunca me empeñaba en leer el nombre de la persona a la que escribía. Odiaba no hacerlo.
Después de maldecirme durante un buen rato, leí todos los mensajes en voz alta:
—¿Te encuentras bien? Con quién estas. ¿Está mi hermana allí? ¿Te has hecho daño? Voy a llamarte, cógemelo. Alia, ¿necesitas que vaya a por ti? Llámame si necesitas algo, dejaré el móvil encendido.
Mierda. Joder. Qué vergüenza. Ni siquiera fui capaz de contestarle a las llamadas, y la única que contesté, le colgué de inmediato diciendo tonterías.
Hacía tiempo que no hablaba "tanto" con él, después de darme cuenta que me ilusionaba con lo más mínimo que hacía alguien por mí y mi cabeza montaba escenarios erróneos, los cuáles no eran para nada románticos, sino amistoso hacia la amiga de su hermana. —Menos mal que eso nunca lo supo—. Mi mente lo creó todo desde el día de la playa. Había días que dudaba de esa conclusión, pero prefería no hablar de ese tema con él y calentarme la cabeza yo.
Según mi psicóloga, —y cualquier otra persona con una inteligencia emocional estable y normal —,tenía que enfrentarme directamente a los miedos o situaciones que me generaban estrés. Casi siempre lo evitaba, y por eso aún me costaba tener cualquier acercamiento físico, y en esta situación pensaba hacer lo mismo. Sabía que era cobarde por mi parte y debería no darme reparo hablar con él después de eso, al final era una tontería sin importancia, pero no era el momento para hacer terapia conmigo misma. Antes de aprender a no esconderme de una situación así, debía aprender a solucionar algo que me generaba un mayor miedo.
Dejé el teléfono a un lado y me cubrí el rostro con las manos. Suspiré profundamente e intenté olvidarlo. Me levanté de la cama y decidí darme una ducha. Olía a todo menos a limpio, y era una sensación bastante desagradable.
—Qué horror —dije en voz alta, al mirarme en el espejo.
Agarré mi neceser, un par de toallas y ropa limpia. Salí por la puerta e inspeccioné el pasillo para ver si podía salir sin encontrarme a nadie que conociera. Fui corriendo hacia el baño y, en cuanto terminé de asearme, quedé como nueva. Las pintas que llevaba antes prefería verlas solo yo.
Agarré bien todas mis cosas y fui de nuevo hacia mi cuarto. Liberé mi mano derecha para poder abrir la puerta y me di cuenta que no cogí la llave.
—Empieza bien el día.
ESTÁS LEYENDO
Si pudiera decirte 'te quiero'
Romance-Desde el primer día que te vi, joder, sabía que eras tú. Sabía que jamás me arrepentiría de haberte encontrado, de haberlo dado todo por ti -me sostuvo la mano aún temblorosa. Bajé la mirada sin poder aguantar las lágrimas. -Mírame Ali -me cogió d...